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Vita brevis

Ganando días

Sobre la afición viajera del presidente del Gobierno

Una de las novelas de viajes y aventuras más famosa probablemente sea "La vuelta al mundo en ochenta días", de Julio Verne. Cuenta el accidentado viaje alrededor del mundo que hizo el caballero inglés Phileas Fogg, fruto de una apuesta que hizo a sus compañeros del Club Reformista a que conseguía ese propósito en ochenta días, de tal manera que en el último de esos días volvería al mismo lugar antes de las nueve menos cuarto de la noche.

A las dificultades de un viaje de esas características, propias de la época en que se desarrolla la acción, se uniría la circunstancias de que el inspector Fix persiguió durante todo el trayecto al caballero Fogg a fin de detenerlo, en la creencia de que era el autor de un robo que poco antes de la partida se había producido en el Banco de Inglaterra.

Phileas Fogg salió de Londres, acompañado de su mayordomo Picaporte, hacia El Cairo y, de allí, hacia la India, donde rescatarán a Auda, una joven viuda de un príncipe que iba a ser sacrificada. Tras ciertos pormenores con la justicia consiguieron partir los tres hacia Hong Kong, con escala en Singapur, siguiendo hasta Japón y, posteriormente, a Estados Unidos, que atravesaron de Oeste a Este, a fin de tomar un barco hasta Irlanda y seguidamente a Inglaterra. Al momento de pisar tierra inglesa el inspector Fix detuvo a Phileas Fogg, aunque al poco tiempo fue liberado tras conocerse que el ladrón del banco había sido por fin identificado y apresado. Según las cuentas de Fogg era el día octogésimo y cuando consiguió llegar al Club Reformista eran más de las nueve menos cuarto y se encontró que ya estaba cerrado.

Después de haber viajado en todo tipo de barcos, en trenes, en diligencias y hasta en elefante, tras numerosos percances, creyeron haber perdido la apuesta por pocos minutos. Al día siguiente se percataron del error, cuando se dieron cuenta de que era sábado y, por lo tanto, era el día en que se cumplían los ochenta días desde su partida. Salieron corriendo hacia el Club Reformista y ganó la apuesta. Habían viajado hacia el Oriente y, por ello, aunque habían vivido ochenta días, cuando llegaron sólo habían pasado setenta y nueve en Inglaterra.

Da la impresión de que uno de los más ávidos lectores de "La vuelta al mundo en ochenta días" es el doctor Sánchez, don Pedro, a la sazón presidente del Gobierno, que parecía un interino pero que promete hacerse con el cargo en propiedad. Al principio se diría que quería emular a Phileas Fogg, pero a seis meses de su advenimiento lo ha superado con creces. Dicen los que andan escrutando estas cosas que el doctor Sánchez lleva recorridos tantos kilómetros fuera de España como para dar tres vueltas al mundo. A su lado y en comparanza, el señor Borrell más que ministro de Asuntos Exteriores parece un ministro del Interior más.

Es posible que el doctor Sánchez haya superado ya en kilómetros recorridos a todos sus predecesores juntos. Es que a lo más lejos que debió de llegar Adolfo Suárez fue a Ávila. A Calvo-Sotelo, por la brevedad de su mandato, no le dio tiempo ni de acercarse a El Escorial. Felipe González sí me viajó algo más, pero ninguno de sus volteos por ahí se hizo famoso. Por el contrario, Aznar protagonizó dos viajes memorables, uno de ellos a las Azores, para hacerse la famosa foto del trío, que eran cuatro, porque también estaba el portugués Barroso, al que nadie cuenta, y la otra con los pies sobre la mesa en el rancho de Bush, con el que trabó amistad y por eso el yanqui decía: "Mi amigo Ánsar". De Zapatero se conoce el deseado viaje a la Casa Blanca, donde se hizo aquella terrífica foto con sus hijas góticas, que parecía una reconstrucción de las brujas de Salem. Por último, Rajoy apenas si fue más lejos de Pontevedra, adonde iba a solazarse por las alamedas de los alrededores al trote cochinero.

Ese afán de trotamundos del doctor Sánchez no es cosa de nuevo rico ni para huir de las incomodidades internas, como sostienen algunos maledicentes. Se trata de ganar tiempo en el Gobierno, que por cada vuelta al mundo que da hay que contar un día más.

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