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Milio Mariño

El Bachiller de la Princesa

El anuncio de la Casa Real sobre los estudios de la heredera de la Corona

Los Reyes, que son los padres, acaban de regalar a su hija, que es princesa, el bachillerato internacional en el Atlantic College de Gales, unos estudios que salen por 76.500 euros el curso, a lo que hay que sumar los escoltas, la tutora y la secretaria, que también salen por un pico y eso lo pagamos nosotros, aunque, en realidad, lo pagamos todo, pues todo el dinero de la Casa Real sale de las arcas públicas.

El bachiller de la Princesa no será barato, pero las críticas que han surgido no inciden tanto en lo económico como en lo que supone para la imagen de una monarquía a la que no le queda mucho crédito, una decisión de este tipo. Hay quien piensa que no favorece en nada, ni a la institución monárquica ni tampoco a la sucesora del Reino de España, que la alejen, más todavía, de los ciudadanos de su país, en un momento en el que están viviendo una hecatombe social y económica y una crisis como no se recuerda. No faltan tampoco quienes consideran que mandar a la Princesa a estudiar al Reino Unido, que ya ni siquiera es un país de la Unión Europea, significa una demostración de arrogancia elitista que cuestiona y desprecia el sistema educativo español.

Opiniones aparte, la decisión está tomada. Sea buena o mala idea, los que presumen de estar al tanto de lo que ocurre en Zarzuela dicen que los padres se han repartido los papeles. Que Felipe VI se ocupará de la educación militar de la Princesa y que la reina Letizia es quien decide todo lo que concierne a su formación académica.

No sabemos si fue Felipe o Letizia quien tomó la decisión, pero lo del colegio elitista encaja con una reina que, en su día, fue presentada como “la nieta de un taxista” y lejos de aprovechar esa circunstancia para convertirse en un referente de cercanía con el pueblo, lo que transmite es todo lo contrario. Se ha convertido en una especie de caricatura de aquella persona anhelada por todos y, sobre todo, por los asturianos. Se ha hecho la cirugía estética un montón de veces, ha dado muestras de clasismo, son famosos sus desplantes, aparenta estar siempre de mal humor y se la ve huraña, aislada y sola. Si en realidad ha sido ella quien ha decidido el colegio de la Princesa no puede decirse que fuera una gran idea. Tampoco lo hubiera sido mandarla a un instituto de Carabanchel. Entre que estudie en un colegio de élite enclavado en un castillo del siglo XII, que parece salido de un libro de Harry Potter, o en un módulo prefabricado como los que hay en Madrid, caben muchas posibilidades. Y, algunas muy dignas y confortables.

Ahora mismo, de todas las monarquías europeas, la española es la que corre más peligro. Pasa por un proceso de decadencia evidente, de modo que no le vendría mal prescindir de algunos lujos y mostrarse más humilde. Mandar a Leonor a estudiar a Gales, con el pretexto de que así entenderá mejor a los españoles, es cómo si el Príncipe William mandara a sus hijos a estudiar a Sevilla, para que supiera como son los anglosajones.

Pero bueno, no todo es negativo. Si la Princesa, al final, se marcha a Gales nos ahorramos el coñazo de comprarle papeletas para el viaje fin de curso.

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