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Milio Mariño

La abuelita y el pago por las carreteras

Sobre la forma de justificar la necesidad de subir los impuestos

A tenor de ciertas declaraciones, se me ocurrió que no estaría de más que al señor Pere Navarro, que es el director general de Tráfico, le hicieran la prueba de alcoholemia cuando se pone delante de un micrófono. No es que sospeche de que empina el codo, pero sí de que bebe los deseos del Gobierno, se emborracha de entusiasmo y luego dice cosas como la que dijo hace poco y aquí reproduzco: “No podemos hacer que la pobre abuelita, que cobra una pensión y no tiene ni coche, esté pagando la conservación y el mantenimiento de las carreteras”.

Por lo visto, el señor Navarro, tal vez porque es director general de Tráfico, sabe lo que no sabemos el resto de los españoles. Sabe adónde va a parar cada céntimo de nuestros impuestos. Por eso dice que la abuelita paga las carreteras. A lo mejor, qué se yo, si le preguntamos quién paga su sueldo, igual nos sale con que lo paga Amancio Ortega. Es más, siguiendo su teoría, ese submarino que al fin han conseguido que flote, el “Isaac Peral S-80”, en cuyo proyecto las arcas del Estado llevan gastados 3.907 millones, lo mismo se ha pagado con los impuestos de las grandes fortunas y del dinero de las abuelitas no han cogido ni un euro.

Recurro a la ironía porque me cabrea que nos tomen el pelo. No sé por qué tienen que tratarnos como imbéciles para explicar lo que es muy sencillo. Si queremos el dinero de la Comunidad Europea para salir del lío en que nos ha metido el coronavirus, hay que recaudar más impuestos. Así de claro. Y, en ese sentido, según consta en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia que el Gobierno ha remitido a Bruselas, una de las opciones sería implantar un mecanismo de pago por el uso de la red estatal de carreteras a partir del año 2024.

Ese es el tema que está sobre la mesa pidiendo un debate serio, no que recurran a justificaciones absurdas como el dinero de la abuelita o el socorrido argumento de que es una medida que ya está en vigor en casi todos los países de Europa. Lo cual es cierto, pero también lo es que los sueldos de aquí y los de esos países, que se ponen como ejemplo, son muy diferentes. El sueldo más común en España es de 18.468 euros al año, lejos de los 24.000 que salen de media, y más lejos todavía de los sueldos que se pagan en Alemania, Reino Unido, Suecia o Dinamarca, que duplican, e incluso triplican, esas cifras.

Lo lógico sería que abordáramos nuestra realidad y nos dejáramos de milongas, porque ya los veo venir a unos y otros. Al Gobierno, equiparándonos con Europa en el pago de impuestos, pero olvidándose de los salarios, y al PP, aprovechando para poner el grito en el cielo y olvidarse de que, cuando gobernaba, pagó 5.000 millones de euros por el rescate de nueve autopistas de peaje.

No me hago ilusiones, sé que, al final, dará igual lo que pida. Cuando se trata de impuestos, los gobiernos, sean del color que sean, siempre se salen con la suya. Así que solo me queda dar la vara para que a las abuelitas y los abuelitos nos dejen tranquilos y no nos utilicen en esa guerra que doy por perdida.

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