Un joven Agustín y su madre, Santa Mónica, en actitud contemplativa

Avilés tiene una historia magnífica donde encontramos grandes proezas y personas realmente heroicas, Pedro Menéndez, Carreño Miranda... Una transformación industrial vertiginosa y un resurgir de sus cenizas cual ave Fénix: la recuperación de la ría, su magnifico casco histórico y un largo etcétera que la hacen una ciudad muy atractiva desde todos los puntos de vista.

El pasado y presente religioso no lo es menos: el antiguo convento de San Francisco, actual parroquia de San Nicolás; el antiguo templo de Sabugo y su nuevo templo en el ensanche; la capilla funeraria de Las Alas y el templo de San Antonio, primitiva parroquia de Avilés. Son todos ellos signo y realidad de una intensa vida religiosa. Sería muy prolijo hablar de la enorme labor caritativa y social de la Iglesia en esta ciudad y su comarca, que sobrepasa los límites de este artículo.

Hace unos días, paseando por la orilla de la ría de Avilés, me sorprendieron unos depósitos enormes de color albero apilados en la margen derecha. Pude saber por la prensa que se trataba de unos tanques para el mayor proyecto europeo de captura de CO2, para transportar el carbono que se inyectará en el subsuelo marino. Sin entender nada de estas cosas, pues me pareció algo de ciencia ficción, me hizo pensar que aquello era representativo de lo que es esta ciudad y su comarca, capaz de hacer obras grandes, de trabajar y luchar por grandes proyectos y al tiempo una ciudad que también festeja a lo grande a lo largo de todo el año. Quién no ha oído hablar del Carnaval de Galiana, de su Semana Santa, la fiesta del Bollo o la no menos famosa Comida en la Calle. Así es Avilés y Comarca, una región que trabaja y festeja con igual o similar intensidad.

Todos sabemos que el actual Avilés se formó con el gran despliegue y desarrollo industrial con gentes venidas de toda España: aquí hay andaluces, extremeños, manchegos, gallegos... cada uno con su bagaje, sus riquezas y penurias. El Avilés actual no se entiende sin ese mestizaje y convivir unidos, maridaje lo llaman ahora. Un pueblo que no sólo tiene un celestial patrón sino dos, la Virgen de la Luz , patrona de Avilés y Comarca y, al menos de facto y desde tiempo inmemorial, San Agustín.

No es algo excepcional, ocurre en otros muchos lugares. Pero creo que quizás entre nosotros está poco trabajado. Entre otras cosas porque el título de la Virgen de la Luz es muy reciente, se cumplen en este año diez de su proclamación por parte de la Santa Sede. San Agustín tiene un carácter más popular y asentado: el Concurso de ganados, el Mercado medieval, el Festival de la cerveza.... En el parque de La Magdalena se ubica desde el año 1988 la parroquia dedicada al Santo Obispo de Hipona, bastante desconocida, pero que ahí está reclamando nuestra atención.

San Agustín es uno de esos santos que llamamos "santazos; por un lado por su cercanía, no es de esos santos que no comían los viernes o que de cuna ya parece que tienen el cielo ganado. Agustín pasó por todas las peripecias de un hombre muy inteligente pero también muy metido por la vida, gustando de todo, lo bueno y lo malo. Hoy seguramente sería un hombre de redes, le gustaba mucho la fama, el teatro, el ser aplaudido y celebrado en todo. Vivió un largo proceso de conversión donde tuvo mucha influencia su madre, Santa Mónica, con sus oraciones y lágrimas, pero también San Ambrosio de Milán. Es considerado el Doctor de la Gracia, fue el máximo pensador del cristianismo del primer milenio y uno de los grandes genios de la humanidad. Autor prolífico, dedicó gran parte de su vida a escribir sobre filosofía y teología. Obras como las "Confesiones" o la "Ciudad de Dios" son más que aconsejables.

Hay una pintura muy reproducida en estampas y libros de la vida de San Agustín, es una obra de Ary Scheffer, pintor, grabador y escultor francés que representa a Agustín sentado junto a su madre Mónica, ambos cogidos de la mano y mirando a lo alto. La pintura está fechada en 1846. Yo me imagino a San Agustín sentado en igual postura pero cogido de la mano de la Virgen de la Luz. Están juntos en el banco que está en la parte trasera de la ermita de la Luz donde uno tiene una visión magnífica de la ciudad y su ría. Ella, que guardaba en su corazón todo aquello que iba viviendo y que quizá en un primer momento no entendía. Él, tan ávido de buscar la verdad y siempre discurriendo con mirada contemplativa, que es siempre algo más que ver. Seguro que María, como lo hace siempre, le mostraría a su Hijo para llevarle al verdadero encuentro con Él, con aquel que dijo "yo soy la luz del mundo, el que me sigue no camina en tinieblas" y que a renglón seguido añade "vosotros sois la luz del mundo, no se puede ocultar vuestra luz".

Especialmente en este momento de dificultades, en un tiempo en el que la libertad y la dignidad de la persona humana también se ven cuestionadas en muchos lugares, vemos la necesidad y la urgencia de alguien que nos dé una luz diferente. Que nos haga hermanos a los hombres y no enemigos; que nos devuelva un corazón limpio que regale paz, fraternidad, justicia y verdad; que elimine de nosotros todo ánimo de venganza y regale perdón; que nos haga fijar nuestra mirada en Jesucristo y ver así a los demás como verdaderas imágenes de Dios... Agustín seguramente soltaría alguna lágrima doliéndose de sus veleidades de juventud y le respondería que estuvo un tiempo perdido y lejano. Pero lo encontró dentro de sí. "Me llamaste y clamaste y quebraste mi sordera... me tocaste y deseo con ansia la paz que procede de ti".

Esta claro que la Virgen de la Luz y San Agustín son los mejores patronos que Avilés puede tener. Ambos son espejos en el que mirarnos y caminos que orientan en la búsqueda de sentido.