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Toni Fidalgo

El silbato del tren correo

Apuntes biográficos al hilo del fallecimiento de Román Villasana, uno de los avilesinos que merece un hueco en el santoral civil de la ciudad por su destacada presencia en la vida cultural y deportiva

En la bajada de Pajares, donde el tren se retuerce por última vez camino de Campomanes, siempre habrá un tren correo que ha recibido el banderazo de salida en Puente los Fierros. Junto al fogonero y el maquinista viaja un polizón, el guaje del jefe, que va con sus libros al colegio de Oviedo. No va por la gorra. Es un profesional, el encargado de accionar el silbato de la locomotora, sin pasarse y sin abusar ni una sola vez, siguiendo el reglamento que se sabe de memoria...

Tal vez esa pueda ser la imagen de despedida de Román Villasana, el chico, el hijo del jefe de la estación de Fierros, que acaba de tomar el último tren. Hay personajes que decimos irrepetibles, y puede que lo sean, sobre todo cuando coinciden con un fin de época. Cuando la historia que conocemos se nos escurre entre los dedos y vienen nuevos tiempos y ya no hay banquillo y la sociedad está a otras cosas. Nada que objetar. Cada tiempo trae su afán, pero ello no es óbice para que brindemos el recuerdo y el homenaje que determinados personajes avilesinos que hicieron historia merecen.

Y en Román Villasana está ese tiempo pretérito de Avilés. Un tiempo de trato personal, de bondad y campechanía, de afabilidad natural, de presencia en el paisaje urbano y en la vida cultural y deportiva. Trabajó en las oficinas centrales de Ensidesa, cruzaba a diario, muy temprano, en Vespa, el puente San Sebastián, sumó éxitos empresariales con el futbolista Albert en las zapaterías Vilbert, estuvo con los fundadores filantrópicos del Rotary Club y con los de "Sabugo, ¡Tente Firme!", animó tertulias en el Pandora y La Serrana y marinero en tierra, marinero en puerto de mar, cantó como los mejores nuestras tristes y dulces habaneras.

Creo, sinceramente, que fue un ciudadano ejemplar y que merece un hueco en el santoral civil avilesino. Un agradecimiento de todos sus paisanos. O sea, que habrá que accionar como postrer homenaje el silbato del tren correo que para el guaje Romanín Villasana, ya sin billete de vuelta, ha salido de Avilés.

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