El seguimiento y la evaluación del progreso de un niño/a en el voleibol, debe hacerse bajo un control serio y riguroso.
Este control tiene como fin, a través de un conocimiento lo más exacto posible del alumno/a en sus aspectos físico-técnicos y tácticos, un mejoramiento general, un planteamiento de objetivos o de modos y una asignación de tareas tanto generales como individuales.
Además, nos indica hasta que punto los objetivos iniciales han sido alcanzados, si el aprendizaje ha sido positivo o no y si los niños/as han progresado en sus diversos aspectos.
Sus resultados nos permiten valorar comparativamente lo planeado y lo realmente alcanzado.
Generalmente, los controles que bajo mi punto de vista deben realizarse a lo largo de un curso son tres:
1º Control inicial que nos permite conocer el estado del niño/a en sus comienzos.
2º Un control intermedio, realizado a mitad del curso o temporada, que nos dará la progresión del alumno/a en un espacio de tiempo no excesivamente amplio, y nos permitirá realizar una primera valoración a esta progresión.
3º Un control final que nos expresará el nivel alcanzado por cada niño/a; teniendo en cuenta los resultados iniciales se puede valorar su progresión general.
Deberá tomarse nota de los resultados de los controles de cada niño/a por separado.
De esta forma evitamos equivocaciones y, además, podemos ofrecer al niño/a información de sus pruebas y de sus progresos.
La mejor manera de hacerlo es a través de fichas elaboradas por el entrenador o profesor con los ejercicios que se estimen más convenientes y de mayor utilidad.