Desde mi Mieres del Camino

Pepa la Llechera, con mando en plaza

Josefa Moro Fernández fue un ejemplo de apoyo a los más desfavorecidos

Sí, boba, ye que fueron muchos años con la lleche. Home muyer, si yo vivía ehi mesmo, nes casines. Si vos digo que sintiéndovos al rodiar na plazuela, y?¡ rediós!, tovía mi entren ganes de charrar". Una frase, corta si se quiere, aldeana en su fiel expresión de un bable apegado a la tierra, pero expresiva en su contendido y muy nuestra, es el contenido de una placa, a los pies de Pepa la Llechera, titular de la plaza que da entrada al barrio de La Villa, cuna de Mieres, con una estatua y entorno, obra de José Antonio García Prieto "Llonguera", por iniciativa de la asociación de vecinos Covadonga y La Villa, cuyo presidente Manuel Prado, concibió la idea, bautizada por el Iltmo. Ayuntamiento de Mieres y el patrocinio de Telecable, viene a reflejar la personalidad y el empaque de una mujer, muy de pueblo ella, puesto que nació en Canga de Cenera, pero con la suficiente carga de generosidad que caracteriza a quienes viven el sentimiento solidario desde cualquier ángulo equidistante.

Sí, Josefa Moro Fernández vio la luz de su vida en Canga, una aldea a la que se accede, desde Cenera, por una carretera de curvas pronunciadas y en la que actualmente conviven unos pocos vecinos, entre ellos dos nietos de nuestra protagonista, Consuelo (Chelo) y Víctor Moro Muñiz. Y es que Pepa se casó con Víctor de Cenera, tío que fue del recordado Víctor Fernández, gran artista, mago de la talla de madera, genial inspirador de fantásticos e imaginarios inventos para "mejorar" la vida cotidiana y laboral, en las revistas "Hulla" y "Polio" de Hunosa. Enraizado su primer apellido en casi todo el valle de Cuna y Cenera, Pepa la Llechera tuvo una sobrina llamada Marcela, madre de otro hombre de destacada trayectoria dentro y fuera del valle, Luis Rodríguez Moro, fallecido y llorado hace poco más de un año.

Tres hijos tuvo Josefa, la popular Pepa, por este orden Sabino, Victorina y Aurina, esta última casada con el conocido Manolo Sama "el capataz". Como la propia dinámica de la vida apuraba hubo traslado hasta las cercanías de Mieres capital, concretamente a la Quinta, camino de Rozadas de Bazuelo y poco años después, la familia toma posesión en el barrio de La Villa, a su misma entrada. Fue allí donde Pepa -según testimonio de otro de sus nietos, José Luis Fernández Fernández, cariñosamente conocido por "Chispu", cuyo apelativo le llega por tercera generación- se queda viuda al llevarse la muerte a su esposo por medio de una pulmonía. A partir de ese momento comienza a perfilarse el talante y el espíritu de superación de Pepa la Llechera, puesto que, según reza en los archivos testificales "era una mujer de gran calidad humana que, aunque de condición humilde, ayudaba a todas aquellas personas más necesitadas que ella", claramente preocupada por la gente sin recursos, hasta el punto, de acuerdo con las palabras de José Luis, que dicho sea de paso, vivió con ellas varios años, llevarse a gente ambulante a su casa para que tuviesen un lugar donde dormir.

Metida en el negocio de la leche, desde la ventana de su sencilla vivienda, frente a la plaza, despachaba litros y litros del rico alimento que le llegaba desde la Venga de Anzo en Grado, donde los ganaderos se la enviaban en bidones perfectamente cerrados y transportados por los trenes del Vasco-Asturiano. Había clientas que pagaba y otras no, pero nadie se iba con las manos vacías de la ventana de Pepa.

En 1049 hubo de dejar el negocio tras sufrir un accidente con fractura de sus piernas, que le provocó un repartidor con su carro. A Santa Marina, con Aurina su hija y el marido, hubo de ir para ser cuidada, falleciendo, creo, en 1959 a la edad de ochenta y cuatro años.

El pleno municipal del Iltmo. Ayuntamiento de Mieres, en sesión extraordinaria del 29 de junio de 1989, con motivo de la denominación de varias calles de la villa, y tras la propuesta de la AA. VV. Covadonga, decidió dedicarle la plaza de entrada al popular barrio de La Villa que, por aquel entonces, presentaba un aspecto bastante desaliñado. Hoy peatonalizado el entorno, así como toda la barriada, e iniciada una fuerte rehabilitación de muchas de sus casas y edificios conservando el sabor antiguo, la plaza luce, en su punto central, el conjunto escultórico de "Llonguera", con la imagen de Pepa y los atributos que le sirvieron, tanto para su labor de vender leche, como para mostrar su lado más humano, el de la solidaridad. Así, y por una vez más, Mieres rinde tributo de reconocimiento a quiénes, desde una posición humilde, sin pretensiones de recompensa pública, desarrollaron una labor de compenetración y apoyo con los más desfavorecidos. Como se suele decir, "genio y figura?". Así era Pepa La Llechera.

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