Guimarán, Braulio FERNÁNDEZ

Hasta el año 2005, en que el Gobierno regional aprobó la toponimia de Carreño, e hizo oficial el nombre de Quimarán (parroquia de San Esteban), el lugar y las gentes eran conocidos -y lo son- por Guimarán y guimaranos, respectivamente. Curiosamente, ninguno de los dos -ni con «G» ni con «Q»- es su nombre de nacimiento. Posiblemente sea Legules, topónimo inutilizado y desaparecido hace siglos, pero que aparece en numerosas fuentes antiguas. Los datos históricos, recogidos por el cronista del concejo y guimarano de nacimiento, Marino Busto, marcan el origen del topónimo con «G» en el siglo VIII. Dice Busto que la parroquia tomó el nombre de «algún personaje que la habitó, porque entonces era un paraje digno de la habitación de cualquier grande, y aún hoy en día es el valle más delicioso de toda Asturias». Se refiere a Wimarano, el hermano del rey Fruela I, que vivió en el lugar, y del que adoptaría el nombre la villa wimarana. La «W» gótica se transformó en «GU» en castellano, según explica el cronista, como ocurrió con Willermo y Guillermo, procediendo de la misma forma el topónimo Guimarán.

Desde entonces hasta hoy, y a lo largo de doce siglos, la parroquia recibió el nombre por el que se la conoce, siendo sustituida por la «Q» en la transmisión oral y de manera ocasional, en tiempos recientes. Así permaneció el lugar, bajo el nombre de villa de Guimarán, desde tiempos remotos, y sin ninguna mención hecha a lo largo de los siglos al topónimo Quimarán, hasta el trabajo de campo realizado en los años 2004 y 2005 por la Junta de Toponimia, la cual encontró en la transmisión oral un nuevo nombre para la villa de los nobles. A Guimarán le pasó lo que al señor que le dio nombre, quien murió a manos de su propio hermano el rey, por ganarse la simpatía de la aristocracia.

Quimarán, Braulio FERNÁNDEZ

«Reconociendo los nombres que la gente siempre dijo», sostienen en el Ayuntamiento de Carreño y en el Gobierno regional sobre la fórmula empleada para reformar la toponimia del concejo en 2005. Se realizó un trabajo de campo, basado en las consultas realizadas a diversos informadores de la parroquia, tras lo cual se decidió que el nombre oficial sería desde entonces Quimarán. «Está claro que la forma Guimarán es un grado evolutivo histórico asturiano, anterior al ensordecimiento de la «G» inicial que llevó a la forma popular moderna Quimarán», se recoge en el estudio encargado por el Principado, explicando la evolución natural del topónimo. Asume el estudio, además, que la utilización de la «Q» es más reciente que la de la «G», y más popular, lo que chocaría con la postura de los vecinos, que según sostienen, se decantan por la «G».

Guimarán es un nombre perpetuado a nivel escrito, según los lingüistas modernos, «como tantas otras denominaciones medievales mantenidas hasta hoy por la anterior toponimia oficial de Asturias, y que no responden a los usos populares actuales». Según los informadores consultados por los estudiosos que elaboraron el estudio, el topónimo Quimarán es considerado antiguo, lo que a los autores les parece equivocado. «La calificación como antigua de una forma toponímica históricamente innovadora como Quimarán está perdiendo uso frente a la arcaica Guimarán, con toda seguridad a causa de la presión oficial», explican, en referencia a que debido a la oficialidad del nombre con «G», éste se asienta en las generaciones que sólo han podido leerlo de esa manera, por lo que se perpetúa. Con el cambio de topónimo, que responde «a su mayor uso», las generaciones futuras se acostumbrarán a decir Quimarán.