Viajero

Pola de Siero,

Manuel NOVAL MORO

El sierense Alberto Campa ha estado en todos los continentes y ha pisado el suelo de 105 países. Su meta es ir a todos, los 194 reconocidos por la ONU y los más de 50 territorios no reconocidos. Su última aventura ha sido el duodécimo viaje a África, en una primera etapa para coronar el Kilimanjaro y, posteriormente, para recorrer diez países de la parte oriental del continente. Contará su experiencia mañana, en una proyección en el auditorio, a las ocho de la tarde.

-¿Qué le llama a viajar?

-El ansia de conocer más allá del pueblo de uno. Supongo que cada uno tiene sus aficiones y a mí siempre me gustó viajar y conocer gente de otros sitios. Si tienen diferente idioma y diferente religión, mejor todavía. Pero hace treinta años era muy diferente que ahora. El mundo es bastante más global, más uniforme.

-Prefiere África. ¿Por qué?

-Es un poco tópico, pero es así. La gente que prueba África repite. Sobre todo el África subsahariana. Te enamora. Es todo tan diferente, la combinación de naturaleza, gente y paisaje hace que cuando vas una vez quieras repetir.

-África, vista desde nuestra posición, no da buena imagen, por las hambrunas y los peligros.

-En realidad, sobre todo respecto al hambre, lo marca más la zona geográfica que el continente. Hay zonas en las que dependen, por ejemplo, de una cosecha que si falla provoca hambre. Pero en otras, como por ejemplo el Sur, normalmente no hay tanta hambre como aquí se piensa. La gente vive modestamente, pero vive. En cuanto al peligro, quizá África sea de los continentes menos peligrosos. En general, el africano es bueno por naturaleza. Lo que sí comporta peligro son los conflictos armados. En este último viaje donde más sensación de peligro tuve fue en Burundi y en el Congo.

-Dicen que solo es la mejor forma de viajar. ¿Está usted de acuerdo?

-Sí. Quizá estás menos influenciado por otra persona a la hora de tomar decisiones o de aceptar riesgos. De hecho, mi mujer muchas veces viaja conmigo y en este último fue a verme durante quince días, pero en países que pueda haber conflictos o riesgos te condiciona muchísimo.

-¿Cómo se lo toma la mujer de un viajero?

-Bien. Ella también es viajera, pero es de viajar tiempos más cortos y yo me tiro varios meses.

-¿Hay que renunciar a muchas cosas para realizar estos viajes?

-En destino, significa renunciar a cualquier tipo de comodidad. Pero lo aceptas y cuando lo conoces sabes que no es tan dramático. Luego está el condicionante económico. No viajo subvencionado y lo que alguien gasta en quince días en Santo Domingo a mí me da para estar dos meses fuera. Eso significa dormir en sitios que no son hoteles y comer de cierta manera.

-¿Esas condiciones obligan a mezclarse más con la gente?

-Sí. A determinados sitios puedes ir con viajes caros mucho más cómodos. Vas en un Land Rover y te llevan a ver lo más importante. Yo viajo en una furgoneta con otras 15 personas y eso es un condicionante a favor para palpar la realidad.

-¿Se ha sentido alguna vez en esos países un «bicho raro»?

-Sí. Destacas porque sobre todo en estos sitios que no son turísticos apenas hay blancos. Pero muchas veces te sorprende, ya que pasas desapercibido y no le dan mucha importancia a tu presencia. Eso sí, en cuanto ven que necesitas algo se ofrecen. Es su carácter. Siempre lo dan todo.

-También están los paisajes y la fauna.

-Claro. Hay cosas que allí te sorprenden, que no te pasan aquí. Ver que está delante de ti un elefante en cualquier carretera normal o levantarte por la mañana y ver que a tu lado hay una jirafa aquí no se ve tan normal. De hecho, hay que tener ciertas precauciones porque puede ser hasta peligroso.

-¿Piensa en el siguiente viaje cuando regresa a casa?

-No. Hay que descansar. Hago un viaje largo al año y varios cortos.

-¿Se prepara los viajes a conciencia?

-Antes sí. Ahora cada vez intento improvisar más e ir con lo menos posible. Me gusta planificar de un día para otro.

-¿Cree, como muchos que han viajado por África, que tenemos mucho que aprender de ellos?

-Sí, pero sin exagerar. Creo que todos somos animales y nos adaptamos al medio. Si tenemos que aprender algo de allí es que se puede vivir muy sencillamente. De hecho, la mayoría de la gente que se levanta por la mañana en África lo único que busca en ese día es comer. El resto no tiene tanta importancia. Quizá la crisis nos haya beneficiado en el sentido de distinguir lo que es importante. Ellos por obligación lo saben. Aunque hay cosas muy curiosas, por ejemplo, todo el mundo tiene móvil.

-Muchos viajeros se quejan de los turistas. ¿Usted es de esos?

-No. Los que se creen muy viajeros y reniegan de los que disfrutan del viaje de una forma tradicional son excluyentes. El mundo no es de alguien que lo visita de una determinada manera. Cada uno lo hace como puede, y no porque siempre vayas buscándote la vida vas a ser mejor viajero que otro que va con una excursión.

-¿Su próximo objetivo?

-No sé cuándo lo voy a hacer, pero tengo intención de dar la vuelta al mundo, por tierra y en barco.

-¿En ochenta días?

-Sí, más o menos.