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Una proacina lleva cinco meses de espera para operarse por falta de anestesista

El HUCA asegura que hoy abordará el caso de Beatriz Suárez, que ha de estar cinco horas en el quirófano para que le arreglen la bomba de morfina

Beatriz Suárez y su esposo, José Paz, en Proaza. S. ARIAS

Beatriz Suárez, vecina de Linares (Proaza), lleva desde enero a la espera de someterse a una operación para arreglar la bomba de morfina que tiene implantada en la médula. La mujer, de 39 años, explica que el retraso en la cirugía se produce porque no hay anestesista que pueda permanecer, durante las 5 horas que dura la intervención, en el quirófano. Suárez ha puesto una queja en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). El centro sanitario aseguró ayer a LA NUEVA ESPAÑA que hoy mismo se pondrán en contacto con la mujer para estudiar su caso y buscarle una solución.

La bomba de morfina que lleva implantada permite a Beatriz Suárez reducir los dolores que sufre desde los 22 años a causa de una neuropatía crónica, tres hernias y varias vértebras fijadas a raíz de una grave caída. Tras el accidente pasó 25 veces por el quirófano y tuvo que empezar a tomar morfina en pastillas o parches durante períodos. "Pero los dolores eran insoportables y el mono... No se lo deseo a nadie. Además, me cayeron los dientes y tuve problemas de hígado, estómago y riñón", detalla la mujer. Así fue cómo los médicos decidieron implantarle la bomba, que le suministra el opiáceo necesario. "Soy feliz, entre comillas, porque la bomba me da una calidad de vida mucho mejor", dice.

En enero tuvo un problema con la bomba, porque no funcionaba bien y fue citada para revisarla tres meses después, el 27 de marzo. Sin embargo, no se produjo la operación. Normalmente, Beatriz Suárez recibe una llamada del hospital la semana previa a pasar por quirófano. Esta vez no fue así y llamó. "La respuesta fue que, de momento, la operación no se hacía porque el médico no quiere arriesgar a meterse cinco horas de operación sin anestesista. Lo entiendo porque puede pasar cualquier cosa", asume.

Así es que la mujer procura aguantar todo lo posible sin la morfina, lo que le genera espasmos musculares y un dolor muy intenso. Y tiene miedo a empeorar: "Ahora mismo no sé si funciona o no la bomba. Tengo que tomar la morfina por fuera y me da miedo, porque si me paso puedo entrar en parada cardiorespiratoria". Beatriz Suárez y su marido, José Paz, esperan recibir buenas noticias pronto, porque ellos tiene la firme voluntad de disfrutar de la vida siempre que puedan. "Yo no puedo verla así, cada día va peor, con esos dolores que no puede hacer nada, lo que le afecta a los nervios, que también necesita tratamiento", lamenta Paz.

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