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Las sombras del hambre, a escena

La compañía "Kumen" atrapó al público con una función homenaje al cine mudo que abrió el Salón de Teatro de Candás

Un momento de la función de "Kumen" en Candás. G. BENGOA

El Salón de Teatro Costumbrista Asturiano de Candás cumple 25 años y la noche del miércoles comenzó la nueva edición con la intención de seguir creciendo y reforzando este género. Como marca la costumbre, Alain Fernández, director del teatro Prendes, fue el encargado de presentar en el escenario los doce días consecutivos de un costumbrismo que tiene "identidad cultural", como quiso dejar claro.

Serán doce compañías, con siete estrenos absolutos, las que suban a las tablas hasta el 30 de agosto en un certamen patrocinado por LA NUEVA ESPAÑA. Alain Fernández también explicó que desde Candás siguen trabajando para que el teatro, del que la villa marinera es referente, sea un bien de interés cultural. No escatiman en esfuerzos y demuestran, en cada propuesta que organizan y no sólo a través del salón, que el teatro costumbrista está ganando en calidad y consideración.

El grupo de teatro "Kumen", de Langreo, fue el encargado de abrir la edición de este año. Lo hizo con la obra "Silenciu, se roba", de José Ramón Oliva, presente en el patio de butacas del Prendes como siempre hace apoyando a una compañía teatral que interpreta alguna de sus obras. Una pareja de amigos, Antonia y Delmiro, tienen la intención de robar el reloj de oro a la rica alcaldesa del pueblo, Doña Adela. Lo quieren hacer porque pasan hambre y creen que el plan se podrá ejecutar el día de la comida anual que la regidora organiza y paga con la idea de comprar votos.

Como es de esperar, hay un problema y es que la alcaldesa siempre va acompañada por un Guardia Civil y una guardaespaldas. De ahí que Antonia plantea llevar a cabo el robo montando un enredo de cine contando con la complicidad de una actriz extranjera, Lena, que pasa una temporada en el pueblo y tiene el sueño de actuar en una película.

El arranque de la obra fue acertado por la puesta en escena en la que los dos protagonistas, solos en un espacio oscuro como lo fue la posguerra para muchos, lloran y se angustian por el hambre que deben soportar. Un único foco ilumina una escena vestida de pesimismo que se rompe con la iniciativa de Antonia de robar una joya.

La joven y principiante actriz extranjera, que interpreta de forma notable Eve Krzyzowska, se convierte, sin saberlo, en la pieza clave para tramar el robo. Tras ser rechazada por un director para hacer su ansiada primera película, la joven protagoniza un ficticio rodaje en el pueblo con una secuencia ensayada en la que debe arrebatar el reloj y la cartera a la alcaldesa mientras la seduce. La regidora, un personaje caricaturizado en exceso, cae atrapada enseguida por los encantos de la joven, pero los problemas se multiplican y van impidiendo el objetivo.

El despotismo y prepotencia del Guardia Civil y la guardaespaldas, que exponen abiertamente sus exigencias de forma violenta, se imponen al proyecto de los protagonistas y exigen el botín alargando la trama. También es interesante que se muestre la incapacidad del miembro de la Benemérita por declarar a una mujer su amor por ella, a la vez que muestra a todos los demás lo peor de sí mismo.

El mejor momento de la obra, con otro homenaje al cine mudo, fue la sucesión concentrada de escenas y sin texto en la que el reloj se roba y pasa de unas manos a otras hasta que el botín se queda con el personaje más agudo. Con música de piano y una iluminación que simulaba el blanco y negro de las películas mudas de la época consigue atrapar toda la atención del público.

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