Síguenos en redes sociales:

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Niños y mayores juegan a las chapas en una de las jornadas intergeneracionales.S. ARIAS

Los abuelos, maestros en Grado

"Ellos querían lo que tenemos ahora y no lo tenían, pero eran felices", subrayan los alumnos del programa intergeneracional del Bernardo Gurdiel, premiado en Madrid

Unir presente y pasado por un futuro mejor. Así es el proyecto intergeneracional "Ayer y hoy, siempre juntos", que une a los alumnos del Colegio Público Bernardo Gurdiel de Grado con los abuelos y los usuarios de la residencia de ancianos y del centro de día y que les ha servido para conseguir el segundo premio del concurso nacional "Mejora tu escuela pública", que organiza la asociación de mismo nombre. "Estamos muy contentos con el premio, pero más por lo que genera en los niños, dándoles un crecimiento personal sorprendente porque les ayuda a valorar y entender lo que tienen", explica el director del centro, Miguel Zapatero.

Y es, precisamente, ese enriquecimiento personal el que más valoran los alumnos: "Te hace reflexionar mucho porque te das cuenta de que no hace falta tener mucho. Ellos querían esto que tenemos ahora, pero no lo tenían y eran felices igual", indica Elisa Álvarez, de sexto curso. Un aprendizaje vital que también ha tenido consecuencias en el día a día de los escolares. "Incluso los nenos que puedan ser algo conflictivos se transforman, el cariño y cuidado que les dedican es sorprendente", destaca Zapatero.

El proyecto comenzó el pasado curso dentro del Contrato Programa del Principado de Asturias, en el que se enmarca el centro educativo. Con el objetivo de mejorar la convivencia y participación y de ampliar la oferta educativa a través de la innovación, el colegio ideó el proyecto junto con las direcciones de la residencia de ancianos y el centro de día. "Antes los abuelos estaban en el núcleo familiar, pero ya no, y advertimos que esa distancia generacional era demasiado grande, así que el objetivo era ponerlos en contacto", explica Zapatero.

El año pasado llevaron a cabo siete actividades. Los escolares disfrutaron de las charlas de los abuelos sobre su historia personal y también creando máscaras del mundo en la residencia. Juntos visitaron una quesería de afuega'l Pitu y compartieron muchos momentos en la Semana Cultural o en el festival de Navidad. Pero, sin lugar a duda, lo mejor del año fue rodar un cortometraje juntos ("El superpoder de la imaginación") y la jornada de juegos tradicionales en el parque.

"Son muy buenos con nosotros y aprendemos bastante; luego siempre me saludan por la calle y una vez que estuve mala y no fui hasta me preguntó una señora cómo estaba al día siguiente", comenta Carolina Martínez, de sexto curso. Un contacto que ha generado fuertes vínculos entre niños y mayores, hasta el punto de que les consideran amigos. "Alguna vez lo pienso, que me daría cosa llegar y que se muriese alguien porque luego lo voy a echar en falta", añade Martínez.

Pero ese sentimiento de miedo a perder a sus nuevos amigos se mitiga pronto con las enseñanzas que adquieren de los mayores porque, como explica Clara Álvarez, lo que más se aprende "es que hay que aprovechar y disfrutar la vida". En ese sentido, pone como ejemplo los juguetes: "Cuando eran pequeños no tenían juguetes y se los hacían ellos mismos. No como ahora, que estamos siempre queriendo otra maquinita", afirma.

Este curso ya llevan varios encuentros y los alumnos de tercero trabajan en una obra teatral con marionetas. "Participan por primera vez y están deseando bajar a la residencia porque saben de la dinámica y quieren vivir la experiencia", apunta Miguel Zapatero, que será el encargado de recoger el premio otorgado al programa, el próximo 17 de febrero, en Madrid.

Esta es una noticia premium. Si eres suscriptor pincha aquí.

Si quieres continuar leyendo hazte suscriptor desde aquí y descubre nuestras tarifas.