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Obaya: "El dinero no sirve de nada si no es para gastarlo en viajar"

La aventurera maliayesa culmina su travesía por el Sahara en bicicleta para llamar la atención contra los malos tratos

Judith Obaya, durante su travesía. REP. P. M.

Cuando alguien escucha a la aventurera maliayesa Judith Obaya comprende por qué ha concluido su última travesía por el desierto del Sahara en un hotel llamado Suerte Loca, en Sidi Ifni. Con un matiz: Obaya -policía en Oviedo- se ha ganado su suerte a base de pasión y esfuerzo, no es fortuita, y la ha entregado a la causa de la lucha contra la violencia machista en el proyecto "Con2?.Ruedas". "Una amiga sufrió malos tratos, algo que nunca había sentido tan de cerca a pesar de haberlo visto muchas veces en mi trabajo", explica la maliayesa, a quien no intimidaron los 1.768 kilómetros a lomos de una bicicleta con la única compañía de su socio, José Manuel Barrós, quien le dio asistencia desde un coche.

Pese a esta ayuda, el equipo tuvo que planificar todos los detalles de la travesía, pues "hay que tener muy en cuenta las distancias, tanto para posible avituallamiento como repostaje de vehículos". El Sahara sufre, además, conflictos "que tienen consecuencias. Hay mucho territorio aún inseguro por las minas y el territorio militarizado crece día a día", describe Obaya antes de reparar en las extremas condiciones climatológicas, lo que obliga a controlar la localización de ríos, pozos de agua, vías de evacuación en caso de tormentas o accidentes, etcétera.

Obaya afrontó la travesía con la actitud de quien se ha dado cuenta de que no quiere tener ni una sola propiedad que no sea su moto. "El dinero no sirve de nada si no es para gastarlo en viajar y ver lo que hay un kilómetro más adelante", añade. Por la mente de Obaya pasó todo durante el trayecto, su vida "instante a instante. No me arrepentí de mis errores, porque si había llegado hasta allí era por haber sabido enmendarlos y aprender de ellos". Viajó con su hijo y su hija en la cabeza y también con las mujeres, con quienes se había comprometido a transmitir su fuerza, "a hablar por las que no pueden, no quería fallarles", explica la aventurera, quien deseó "en todo momento que tanto esfuerzo valiera la pena" que su propósito sea compartido y, "como una cadena, se termine con los malos tratos". La maliayesa ha prometido al Sahara que regresará y cree que este tipo de aventuras le hacen sentir "más viva" y unos objetivos "tan importantes como el resto de obligaciones cotidianas". Afronta cada nuevo proyecto como un motivo para levantarse y esforzarse, ser responsable y no ceder ante las dificultades, una actitud que contagia y que le trae esa "suerte loca".

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