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Pedrayes: "El hórreo revaloriza la casa y la convierte en quintana, tiene futuro"

El arquitecto maliayés defiende en el colegio San Rafael una construcción "imbatible" y anima a los asturianos a conocerla para apreciarla más

Juan Pedrayes desmonta la maqueta del hórreo junto a los escolares del colegio San Rafael de Villaviciosa. P. M.

Una construcción "imbatible", que revaloriza una casa al convertirla en quintana y le aporta mayor valor estético y que, además, forma parte intrínseca de la identidad asturiana. El hórreo centró la exposición que el arquitecto maliayés Juan Pedrayes hizo ayer ante los alumnos del colegio San Rafael, que ha organizado junto a la asociación "Cubera" tres jornadas para profundizar en el conocimiento de la ría y la cultura local.

Pedrayes comparó el hórreo asturiano con los templos clásicos griegos, que antes de estar construidos en piedra fueron de madera, y también con los construidos en lugares tan lejanos y dispares entre sí como México, Islandia o Filipinas. Nacidos para almacenar y aislar de la humedad, el arquitecto no cree que el problema esté en que carezcan de función, sino en que las casas a las que están asociados los hórreos ya no están habitadas en muchas ocasiones. "Ya no se pone el maíz alrededor, pero siguen teniendo su función de almacenaje", apunta el experto antes de proponer varias alternativas.

Una es el traslado a una casa en la que se utilice, por ejemplo, el "solorru" (la parte baja) como zona de estancia y la cámara, la cesta o caja como almacén. Tienen, además, una "ventaja enorme: convierten una casa en quintana, gana en categoría y en valor estético. En este aspecto son imbatibles", defendió Pedrayes. Trasladar un hórreo del siglo XVII o XVIII es hacerse con una "maravilla" a través de una operación "absolutamente barata" y que revalorizará la vivienda.

Al igual que los santuarios japoneses del siglo VII que se construyeron con estructura muy similar a la del hórreo, la construcción asturiana podría tener un valor "simbólico" en una vivienda de primera o segunda residencia en la zona rural y también en la metropolitana. Meter el coche debajo o emplear este espacio como porche o cenador podrían convivir con un almacén en la parte superior, un buen complemento arquitectónico para cualquier vivienda.

Pese a todas estas ventajas, el hórreo lucha contra el viento y la marea del desconocimiento. "Asturias es la gran desconocida de los asturianos, y los hórreos, en consecuencia, también", lamenta el arquitecto, para quien los propios habitantes de la región desconocen "radicalmente la esencia profunda de Asturias. Hay que dar a conocer el hórreo a los asturianos". Otra de las cuestiones pendientes es que "todavía no tienen estatuto jurídico", un documento emitido por el Gobierno regional en el que se establezca "que el hórreo es un bien mueble" y que tumbaría los intentos de cobrar el IBI (Impuesto de Bienes Inmuebles). Esta intención es un "perjuicio" para el hórreo, "un problema y algo más que le echas", explica Pedrayes. El arquitecto lamenta, además, que el hórreo "no está metido dentro del urbanismo asturiano", pues quienes lo regulan "son de suelo urbano y no rural. Ni lo entienden, ni lo conocen ni les interesa. No saben leer el territorio asturiano".

Dentro de este relato, las primeras noticias que se tienen de los primeros hórreos a partir del siglo VII en la zona de Riaño y hasta el siglo XV o XVI tenían el tejado vegetal, de "sardera" o "imprenta". La construcción alcanzó su máximo desarrollo en el suroccidente asturiano, donde el mayorazgo (por el que heredaba el hijo que se casaba y se quedaba en casa, de forma que el patrimonio familiar se iba incrementando) desarrolló la aldea hasta que en los sesenta decayó. Ahora es el tiempo de recuperar esta construcción, que desde ayer está un poco más cerca de los escolares maliayeses gracias a la labor de Pedrayes y del carpintero maliayés Abel Llosa, quien aportó la réplica exacta, una maqueta que los estudiantes tuvieron en el patio un día y ayudaron a desmontar.

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