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El "reinado verde" forjado hace 30 años

La comarca del Bajo Nalón, pionera en introducir el fruto en Asturias, concentra el 80% de la producción regional

Ángel Cuesta siempre soñó con las vegas de Pravia llenas de kiwis y parece que sus deseos se cumplen. Desde que puso su primera plantación en Repollés, en 1986, con una hectárea y media de terreno son muchos los que han seguido su estela, convirtiendo al Bajo Nalón en el reino del kiwi asturiano. La zona supone un ochenta por ciento de la producción regional y son las fincas más productivas. Un total de 48 hectáreas, fundamentalmente en Pravia, que cuentan también con comercializadoras. Un impacto evidente en la economía local, pasando de ofrecer empleos temporales a tener en sus empresas personas con contratos de larga duración.

"Soy un romántico, pero cuando pasaba por allí, incluso antes de plantar en Repollés, siempre pensaba 'a ver si algún día está lleno' y ahora prácticamente no queda terreno", comenta Ángel Cuesta. Fue de los primeros en plantar kiwis en Asturias. Después de conocer el fruto por un amigo de California, su terreno en Repollés y otra finca en Trasona comenzaron a dar réditos poco a poco, aunque por aquel entonces el precio era superior: "Cuando empecé pagaban a 500 pesetas el kilo, en aquellos se años se hacía sin clasificar ni nada, lo metíamos en una caja de madera y adelante; ahora lo pagan muchísimo más barato, entre un euro y medio o 1,7 euros".

Durante años fue el único productor de la zona, hasta que los fondos europeos destinados al campo del programa Proder II financiaron una plantación de kiwis en Pravia. "Nadie sabía qué hacer con ellos ni existía una línea agraria en ese sentido, preguntamos en el Principado y tampoco tenían claro qué hacer con este nuevo formato de empresa agraria", comenta Juan Lázaro, gerente del grupo de desarrollo rural "Bajo Nalón". Fueron los primeros en apostar por el fruto y hoy son ejemplo en toda Europa de diversificación agraria. Casi de manera experimental financiaron la primera finca en Santianes.

En la siguiente fase, el conocido como Leader I (2007-2013) el cultivo de kiwi apareció dentro de las líneas con subvención de la UE y se convirtió en uno de los pilares fundamentales de la estrategia del grupo de desarrollo. Se plantaron más de treinta hectáreas hasta las 48 actuales, que se consiguieron poco a poco, sentando las bases del sector y aumentando sus horizontes.

Son la principal comarca productora de Asturias y, además, sus rendimientos son mejores que en otras zonas obteniendo más producción por hectárea. Además del buen hacer de los kiwicultores, la orografía y clima de la zona favorecen su crecimiento. El terreno de las vegas, rico en nutrientes, y un tiempo templado, con nieblas, son los pilares de la buena marcha del fruto en la comarca.

"En la primera fase lo orientamos el aumento de la superficie plantada pero con el Leader II ya centramos las inversiones en la comercialización e incluso algo de transformación, así como la modernización de las explotaciones", explica Lázaro. Si bien, iniciar un cultivo de este tipo es costoso, supone una inversión inicial de alrededor de 60.000 euros, por lo que el experimentado Cuesta recomienda, "acceder desde otra actividad para poder financiar la plantación". Suponiendo así un nicho de inversión para empresas y autónomos con solvencia.

Un paseo por las vegas del Narcea y el Nalón en Pravia denotan los avances tecnológicos de las fincas, como la de Javier Feito, el último en poner en marcha una producción, en 2016. En Peñaullán plantó 8 hectáreas pero prevé llegar hasta las 40 en los próximos años. "Empezamos especializándonos en la comercialización del kiwi porque tenía una calidad muy buena, teníamos un productor que se jubiló y nos dio la marca Kiwiastur, hablamos con varios productores para vender todo bajo la marca y empezamos con pocos kilos hace seis años, salió bien pero observamos que teníamos mucha demanda y que también podíamos producirlo".

Así es cómo comenzó su experiencia como kiwicultor, para la que optó por la última tecnología agraria relacionada con el kiwi, con pérgolas frente al método tradicional, con tensores y pivotes en "T". Un sistema que evita que los frutos se dañen con las inundaciones que provocan los ríos, un problema habitual en la zona y contra el que luchan los productores. Además es más fiable y fuerte frente a la fuerza del agua. "Y, sobre todo, porque es un 25 por ciento más productivo, airea mejor la finca y es más homogéneo el producto, aunque la poda es más complicada", detalla Feito.

La escasez de kiwis que llevó a Feito a producir sus propios frutos está generando nuevas áreas empresariales en el sector ya que, como precisa Lázaro, "al alcanzar una masa crítica razonable ven que compensa más generar marcas propias que vender a granel". Éste es el caso de Feito, con una planta de Llanera, y el de Alejandro Lechado, de Kiwinatur, con una nave en Pravia dedicada al envasado, conservación y diversificación del producto mediante conservas.

En la actualidad, entre 15 y 20 de las hectáreas se están modernizando y el grupo de desarrollo ha apoyado la creación de las comercializadoras. Además, se espera un aumento de la superficie en producción con tres hectáreas más en los próximos meses y otra y media, en ecológico. "Es un referente a escala regional y me atrevo a decir que a nivel nacional también", opina Lázaro.

El sector se ha profesionalizado y genera empleo en la comarca, además las ayudas públicas recibidas han servido para su dinamización, así como el apoyo de las administraciones públicas y "el reconocimiento social que tiene, es el orgullo del Bajo Nalón", afirma el gerente del grupo de desarrollo rural. Un orgullo también para Ángel Cuesta, el introductor del fruto en la comarca: "Para mí el avance del sector es un orgullo y no estamos haciendo nada mal las cosas porque son muy buenos frutos y no es nada fácil conseguirlos".

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