Una concurrida plaza de Les Campes acogió la noche del sábado en la Pola la fiesta de San Juan, que como es bien sabido cuenta con una tradición extendida por todas partes y otra exclusiva de la localidad.

La primera es la hoguera de San Juan, que levantó unas enormes llamas en el centro de la plaza adonde la gente -bomberos mediante- arrojó papeles para pedir deseos o quemar las cosas malas.

Unas horas antes había llegado a la plaza el álamo cortado por los solteros, que marca la singularidad de la noche de San Juan polesa. Allí permaneció acostado mientras las llamas de la hoguera se consumían, y cuando estas se convirtieron en ascuas, los solteros fueron llamados a capítulo para plantar el árbol unos metros más abajo, en la calle Inocencio Burgos y Corporación.

La plantación de este año se caracterizó por una gran confluencia de jóvenes. Fueron muchos los solteros que se prestaron a echar una mano para levantar el árbol. La plantación costó, todo hay que decirlo, bastante trabajo.

Los jóvenes llevaban el árbol al pie del hueco que está habilitado para plantarlo en torno a las doce y media de la noche y la plantación acabaría aproximadamente a la una y cuarto.

Hubo varios intentos, algunas acometidas fallidas, e incluso hasta hubo un pequeño receso para ir a por más instrumental. Pero finalmente ocurrió lo que tenía que ocurrir: el árbol se erigió y los jóvenes, aplaudidos por el público, jalearon movidos por la victoria. Ahora, un hueco cercano espera a los casados para el roble de San Pedro.