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Las carrozas, para todo el año

Avelino Cabeza trata de relanzar el debate acerca del museo sobre el popular desfile de Valdesoto, que se encuentra en punto muerto

Una actuación en la casona de Leceñes. MANUEL NOVAL MORO

El impacto y la calidad del desfile de carrozas de Valdesoto siguen intactos, como quedó demostrado el pasado lunes. Sin embargo, hay algo que la parroquia anhela desde hace años y que no acaba de cuajar: un museo dedicado a Les Carroces.

Aunque ha habido varias propuestas, la más estudiada y minuciosa ha sido la realizada por la doctora en Historia del Arte María de las Nieves Concepción Moro, presentada por Avelino Cabeza ya en 2012 como propuesta formal a la comisión de festejos, que convocó a su vez a las peñas a una reunión que, finalmente, no tuvo ninguna consecuencia práctica.

Cabeza quiere ahora rescatar la propuesta y, de paso, abrir un debate sobre el museo, que según su criterio serviría para dar proyección a la parroquia y sería beneficioso para el conjunto del concejo de Siero.

Los miembros de algunas peñas no están de acuerdo con el modelo de museo que propone la historiadora pero, aun así, Cabeza cree que hay muchos puntos en común, y en especial uno: "coincidimos en que el museo es necesario".

Las otras propuestas pasan por habilitar un espacio bien para ubicar en él algunas de las carrozas de forma temporal o bien para conservar algunos de los elementos más significativos.

La propuesta de la historiadora es distinta: propugna una colección inicial y, a partir de ella, un plan museológico y museográfico. Ubicado en Leceñes, el museo constaría con noticias escritas, documentación gráfica, cartelería, medios audiovisuales (vídeos que servirían, asimismo, para promocionar la fiesta en otros lugares, como los centros asturianos de todo el mundo), cintas de música popular y, como fondos museográficos, bien como donación o depósito, maquetas de las carrozas más representativas desde los orígenes de la fiesta y de los distintos vehículos de tracción, indumentaria y complementos, mobiliario y utensilios diversos, herramientas y muestras de materiales de construcción.

Respecto a las maquetas, no habría necesidad de hacer acopio de muchas desde un principio, sino ir acumulándolas a lo largo de los años.

Y, por otra parte, Cabeza propone un acercamiento a las otras propuestas con una solución que podría decirse mixta: en la finca de la Casona de Leceñes, contando con el permiso del propietario, se podrían colocar cada temporada carrozas o elementos de forma temporal, con lo que se cumpliría el objetivo de mostrar el trabajo vivo de cada temporada. Habría, entonces, un museo interior y un museo exterior.

Avelino Cabeza cree que la opción de mostrar todas las carrozas es complicada porque las peñas necesitan los remolques y los soportes en los que las colocan para las temporadas sucesivas, y también es costumbre reciclar muchos de los materiales que se emplean un año para el año siguiente.

Cabeza insiste en que él no quiere ponerse al frente del proyecto, sino propiciar la iniciativa, que se estudie y se busque el modelo más viable, por el bien de la localidad. Asegura que, para la financiación, contaría con una entidad que facilitaría una inversión inicial.

Insiste en que, más allá de que se elija un modelo u otro, lo importante es que se agilice el debate, que se tome una decisión sobre el tipo de museo que se quiere hacer y que, finalmente, éste salga adelante. Así Les Carroces se convertiría en una fiesta aún más grande y con más eco.

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