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SEVERINO GARCÍA | Responsable del Ecomuseo Ca'l Asturcón, en Argüeru

"No puedes pedir que viajen 2.000 kilómetros para venir a un hotel boutique a comer magdalenas envasadas"

"En Argüeru hemos hecho lo que podría ser la casa de nuestros abuelos, un modelo autosuficiente"

Severino García, en su casa de Argüeru. MANUEL NOVAL MORO

Severino García es el responsable del Ecomuseo Ca'l Asturcón, una casa rural ubicada en Argüeru que lleva más de treinta años de actividad -es considerado uno de los pioneros del turismo rural regional-. El próximo fin de semana ofrece un variado programa de actividades.

- ¿Se siente pionero?

-Simplemente me tocó. Estaba en el lugar y el momento adecuado. Cuando llegamos era para hacer talleres de cerámica y fuimos generando una estructura de alojamiento para hacer cursos. Eran los 80. El turismo rural no existía. Cuando empezó en 1986 estuve alerta pero era un modelo que no era lo mío. Yo quería casa con desarrollo de granja, algo que tuviera que ver con el desarrollo del medio rural. La normativa marcó un modelo que se alejaba de lo rural, y proponía el concepto que tenemos ahora, una casita muy mona, un hotelito "boutique" en medio del campo. La idea del turismo rural de ahora es el alojamiento como motivación per se, y nosotros no queríamos hacer eso.

- Y fueron más allá.

-Entonces éramos más jóvenes y bohemios, y viajábamos a vender la cerámica. Con los hijos nos hicimos sedentarios. Y de la "sedentarización" apareció la ganadería. Cogimos todos los animales que no quiere nadie. En Asturias ser ganadero es tener vacas. Nosotros elegimos animales proscritos, el asturcón, la oveya xalda, la cabra bermeya, la pita pinta, el gochu asturcelta, todos los que ahora se llaman razas autóctonas en peligro de extinción.

- ¿Por qué eligieron esta opción tan poco transitada?

-En Asturias tenemos un efecto isla como Canarias. Somos muy dependientes de lo que comemos en la parte hortofrutícola. Eso hizo que también se quedaran aislados todos estos animales, porque la gente no conocía otra cosa, y lo bueno de estos animales es que no generan dependencia, porque aguantan en condiciones extremas y viven de recursos limitados. La gente que resistió era autosuficiente.

- Y el modelo les gusta.

-Nos parece normal tener una casa rural con recursos propios del medio asturiano. La gente viene a Asturias al campo y no sabe si está en Badajoz o en Cuenca, porque es todo una casa rústica de piedra y madera con algunos muebles antiguos. Al final, en esos sitios el contexto desaparece y esa es la diferencia que hemos querido marcar, es lo que hemos desarrollado en estos últimos 15 o 20 años.

- ¿Cree que se valoran propuestas como la suya?

-Sí. Nosotros hemos evolucionado. Y la gente que viene, también. El interés por lo que estamos haciendo ha crecido. En los 90 venía mucha gente de fuera de España, porque entendían nuestra propuesta. No puedes pedirle a un francés o un alemán que viajen dos mil kilómetros para venir a un hotel boutique a comer magdalenas envasadas para el desayuno. Nosotros ofrecemos otra cosa.

- ¿Cuál?

-Hemos hecho una puesta en escena de lo que podría ser la casa de nuestros abuelos, que tenían pitos de caleya, el cerdo que alimentaban con los restos de la casa. La Unión Europea se cargó esa estructura porque aquí a nadie le importó un comino. Sin embargo, Austria entró en la Unión Europea condicionando que se mantuviera la estructura tradicional de agricultura de montaña. Allí puedes dormir en una casa donde hay vacas en la planta baja, comes el desayuno del pan que hacen en casa, la leche de las vacas, y el queso que hacen ellos. Aquí no, porque no dejan. Se lo cargaron diciendo a la gente que había que pasar de ese concepto retrasado a uno moderno de granjas de cien vacas, industrializadas, o quitar las vacas y meter madrileños.

- ¿No entiende su propuesta el público español?

-Cambió mucho a partir de la crisis, que marcó marcó un punto de inflexión a partir del que la gente empezó a cuestionarse cosas. Cada vez viene más público nacional con ese concepto. Nosotros estamos en contra de ese desarrollo rural que consiste en plantas de producción de leche sin parar, que se van a hundir un día de estos, y casas rurales sin vacas pero con turistas.

- Que no es su caso.

-Aquí, por ejemplo, los caballos gestionan el paisaje. Nosotros nunca pasamos el cortacésped. Gestionamos la hectárea con los animales que tenemos en extensivo, porque es lo que hicieron nuestros paisanos hace cien años. El paisaje se diseñó con base en el sistema de producción: una granja familiar diversificada y autosuficiente, y lo que sobraba ir a venderlo al mercado. Esa es nuestra idea, la granja gestiona el espacio y al mismo tiempo la gente está conviviendo con ello, vive directamente esa gestión.

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