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Menú de zapateros en Noreña

La Villa come mañana picadiellu, güevu fritu y pataquines para celebrar el patrón de un gremio que llegó a tener 300 talleres y fama en toda Asturias

Foto del taller de "El Pelos", de Noreña, en 1913. R. M. M.

El sábado es día de comer picadiellu, güevu fritu y pataquines cuadraes para celebrar, según la tradición, San Crispín. Es el patrono de los zapateros y guarnicioneros y éste es el menú típico que se le atribuye a este gremio, que en Noreña tuvo tanto peso hasta que estalló la guerra civil.

Familiares de aquellos zapateros noreñenses, como Fernanda Valdés, bisnieta de uno de ellos, quieren mantener viva la memoria de esta parte de la historia de la Villa Condal, que antes que chacinera fue zapatera. Aunque San Crispín fue ayer, lo celebrarán mañana, a las 13,30, en el quiosco de la música, si el tiempo lo permite y si no, en la Casa de Cultura, con la representación del sainete "El Pozu'l Fraile". Cuanta la historia o leyenda del por qué de este topónimo. Parece ser que el religioso acabó mal parado después de una homilía por San Crispín, a principios del siglo XIX, que no gustó a los zapateros. Así que acabaron tirándolo al río, según relata este texto. Tras el acto y representación, habrá una comida de confraternización en el Hogar del Pensionista, donde servirán el menú.

"Eran personas muy instruidas. En sus talleres se leía y no admitían a trabajar a nadie que no supiera leer y escribir", destaca Fernanda Valdés, que recopila la historia de este gremio tan relevante para Noreña. Indica que llegó a haber más de 300 talleres, pues "prácticamente en cada casa había uno". Pero la guerra civil "desmoronó" esta actividad por falta de demanda y de producción. Eran las mujeres las que salían a los mercados a vender el calzado de estos artesanos y ellos eran los que se quedaban en el taller, indica Valdés. Achaca este auge a varios factores.

"Es un municipio muy pequeño, por lo que no era apropiado para la ganadería y agricultura extensiva", argumenta. Además, tenía una "gran concentración urbana". Detrás de Avilés, Noreña era la segunda en Asturias con mayor densidad de población: 300 habitantes por kilómetro cuadrado, indica esta bisnieta de zapatero. Las buenas comunicaciones también beneficiaron a esta actividad para dar salida a los productos, entre los que tenían especial fama las botas, sobre todo para los mineros. Su declive supuso el auge de la industria cárnica.

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