Cuatro meses. Eso es, más o menos, lo que han tardado los cacos en "visitar" al empresario Isaac Blanco desde que abrió las puertas de su cafetería en Lugo de Llanera. Y es que su bar, en la calle Pelayo, fue objeto ayer de un nuevo robo.

El método empleado por los cacos fue, como él mismo reconoce, "el de siempre", el conocido como "alcantarillazo": los ladrones revientan una de las lunas del establecimiento con la tapa de una alcantarilla, entran, asaltan la tragaperras y huyen a toda velocidad. "Sabes que, tal y como están las cosas aquí, puede pasar; pero nunca piensas que te va a suceder a ti", lamentaba el propietario.

Tras retirar la tapa de una alcantarilla en el parking de la estación de Renfe de Lugo, los cacos aparecieron en la calle Pelayo en torno a las 3.30 horas. Lanzaron la tapa de alcantarilla contra el cristal, hicieron un boquete y se metieron dentro. En un abrir y cerrar de ojos desvalijaron la tragaperras y huyeron a toda pastilla. Fue tan rápido que ni el sistema de humo que Blanco tiene instalado llegó a evitar el robo.

Tampoco lograron impedirlo los vecinos que, pese a que escucharon un fuerte golpe y salieron a las ventanas, no llegaron a ver nada. Ni la Guardia Civil, que, como reconoce Blanco, llegó "muy rápido". De los cacos, sobre los que ya hay denuncia, de momento, ni rastro.

"Entraron rápido y sólo se llevaron la tragaperras. No tocaron ni la registradora, ni botellas ni nada. La máquina de tabaco tenía un golpe, pero nada más", explicaba ayer un abatido Isaac Blanco, aún sin ventana en uno de los frontales del local que regenta desde el verano.

Pese a que no es de Lugo -sí lo es su pareja-, Blanco ya tenía noticia de lo "conflictiva" que es la localidad llanerense para los hosteleros cuando tomó las riendas de su negocio, si bien, reconoce, "uno nunca piensa que le va a pasar a él".

De momento, y por si a los ladrones les da por volver a aparecer, tiene claro que va a tomar sus propias medidas para garantizar la seguridad del local. La primera, y siguiendo la estela de otros empresarios de la localidad, será reforzar la seguridad de la tragaperras, que no descarta dejar "a dormir" bajo llave. "Algo hay que hacer, no te puedes quedar de brazos cruzados", explica la víctima, que ya mira al frente: "Hay que seguir".