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JUAN RAMÓN LUCAS | Periodista

"Escribir ficción me libera del peso de la verdad con el que trabajo a diario"

"'La maldición de la casa grande' es una historia de minería, en eso se asemeja algo a Asturias"

Juan Ramón Lucas. IRMA COLLÍN

El periodista Juan Ramón Lucas presenta su primera novela, "La maldición de la casa grande", en Noreña mañana, a las 13.00 horas, en la Casa de Cultura. Lucas mezcla ficción y realidad en su libro, centrado en la familia Zapata, magnates de la minería en Cartagena.

-Su novela va de...

-Es una historia que arranca en una atmósfera muy concreta. En un lugar concreto y en un tiempo concreto. Tratamos la minería en la sierra de La Unión (Cartagena) a principios del siglo XX. Partiendo de la historia de una familia, los Zapata. Esta es una historia que atraviesa tres generaciones, empleando la figura de María Adra; una mujer que trabajó primero para los Zapata y que acabó siendo amante de Miguel Zapata, el cacique de la minería en la zona.

-La ficción se presta como recurso.

-Es ficción para contar una historia real. La de la minería, en esto se asemeja algo a Asturias. Los empresarios tenían un poder absoluto. María Adra, una mujer de aquella época, se enfrenta a los poderosos. Con esto, trato de retratar la dureza de una época, un universo feroz, cruel. La ley era la ley del más fuerte y el más fuerte siempre era el empresario minero.

-¿Hay una cierta inspiración en una Asturias minera y corrupta?

-Alguno de los protagonistas es asturiano. Además, hay que tener en cuenta que en aquella época había movimiento de una zona minera a otra. Sin embargo, La Unión es un lugar pequeño, en el que hay muchísimas minas. En proporción muchas más de las que había en Asturias. Además, es una minería diferente. Era una sociedad más violenta.

-Suena un poco a "Pedro Páramo" de Juan Rulfo.

-Esta novela es más española y el entorno está más localizado. Tiene varios elementos que la relacionan con otros tipos de textos literarios. Tiene elementos de western, de realismo mágico, de folletín romántico y tiene una expresión en el relato que intenta aproximarse al lenguaje de las novelas importantes en aquella época.

-¿Qué le llevó a basar su primera novela en esta historia?

-Fue el personaje. Cuando el alcalde de la Unión me habló de Miguel Zapata por primera vez en una cena. Le empecé a hacer preguntas y después de contarme varias historias, me dirigí a María Dueñas, que estaba también en la cena y le dije que daría para su próxima novela. Ella ya estaba escribiendo "La Templanza", otra historia de mineros, y me dijo que era para mí.

-¿Hay algo de parecido en hacer un programa de radio y escribir una novela?

-No tiene nada que ver. Con el tiempo me he dado cuenta que escribir ficción me sirve para liberarme del peso de la verdad con el que trabajo cada día. Es así, porque cuando empecé a escribir tenía tanto material que no sabía por dónde empezar. Podía haber escrito cuatro novelas o una de dos mil páginas. Cuando haces un reportaje periodístico cuentas lo que sabes. En una novela necesitas tener un eje central, un personaje que cuente la historias. Con el tiempo me fui quitando el miedo a escribir cosas que no fueran ciertas pero que a mí me parecía que podían ser verosímiles y que conectaran con el universo que podía contar.

-Habla de la verdad, concepto hoy en día muy cuestionado.

-Mi compromiso es con la verdad, en la medida en que yo la alcanzo. Este universo para envolverlo en una especie de celofán estético lo llama postverdad. Pero la postverdad sólo es mentira. Hablamos de la postverdad institucional, la calumnia? Disfrazamos la mentira de términos anglosajones, como las fake news. Nuestra responsabilidad es llegar lo más cerca posible de la verdad, y si no llegamos no podemos inventárnoslo, podemos interpretar, pero no inventárnoslo.

-¿Su novela aborda la injusticia empresarial?

-La novela me recuerda más al trato que les dispensamos a los inmigrantes. La frialdad, la distancia y la insolidaridad con la que nos dirigimos a ellos.

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