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Villaviciosa reivindica la moda rural del XIX

"Me gustaría ver estos trajes en bodas", dice la diseñadora Llucía Miravalles

Llucía Miravalles muestra en su taller dos ejemplos de traje femenino y masculino del siglo XIX. M.M.

La diseñadora de trajes de asturiano Llucía Miravalles se ha propuesto el reto de trabajar para que se recupere "la ilusión por vestirse" con la indumentaria tradicional en las fiestas patronales, pero también en ceremonias. "Igual la gente se cansó del típico rojo, pero hay más opciones", argumenta. De hecho, propone ir más allá de esta indumentaria, el popular rojo, que se estandarizó y se impuso entre los años 40 y 50 del pasado siglo, cuando "la gente se dejó llevar a lo loco por los abalorios". Además, tanta pedrería es una moda moderna, avisa.

Para conseguir su propósito, esta maliayesa -que alquila trajes de asturiana y asturiano en su taller de Villaviciosa- investiga cómo era la moda en el siglo XIX y, en concreto, cómo vestían en el concejo en aquella época.

El gaitero que en 1886 pintó José Cuevas y que sirvió para ilustrar la etiqueta original de sidra "El Gaitero" muestra la moda masculina del momento en Villaviciosa, explica Llucía Miravalles. Entonces se imponían el pantalón marrón, la chaqueta verde y la media azul añil, a pesar de que este color se vincula más con zonas del oriente de la región, donde sigue teniendo arraigo.

El mismo tono usaban las mujeres para cubrir sus piernas. La tendencia que imperaba era llevar la saya de injertos (bandas) de colores, pues gustaba el colorido, al igual que para los pañuelos. Los mandiles, grandes, solían ser blancos o negros. En cuanto a los tejidos, predominaban lana y lino, porque eran los más asequibles, pero también usaban el terciopelo o la seda, de más lujo. Para Llucía Miravalles, un "error fatal, el peor" es vestirse sin dengue. "Siempre hay que llevarlo porque cubrirse el pecho era una cuestión de pudor de la época", explica. Además, es también una seña de identidad del traje asturiano, al igual que la montera es en el caso de los hombres.

La diseñadora maliayesa anima a vestir un traje regional del siglo XIX no sólo en la fiesta del pueblo, también para acudir a una ceremonia, pues los hay que son bien elegantes. Por ejemplo, los colores rojos, negros y azules eran los más recurrentes para los de gala. De diario predominaban los marrones y blancos, al no requerir tintes y resultar más baratos. "Me gustaría que se usaran estos trajes, por ejemplo, para ir a una boda", anima Miravalles, en lugar de otras indumentarias como el chaqué, foráneo, en el caso de los hombres.

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