La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Bodas de plata del párroco de Camoca

Agustín Hevia cumple 25 años al frente de la parroquia maliayesa, donde ha recuperado el patrimonio religioso y lamenta la sangría demográfica

Agustín Hevia Ballina, en Valdediós. MARIOLA MENÉNDEZ

Agustín Hevia Ballina cumple sus bodas de plata como párroco de Camoca (Villaviciosa), donde es muy querido por sus feligreses y vecinos. Es el ejemplo de que a los sacerdotes no les suele llegar la jubilación, porque, aunque él ya está retirado, sigue en activo pese a sus 80 años. No sólo se encarga de las parroquias de Camoca, Lugás y Valdebárcena, sino que también es el archivero de la catedral de Oviedo.

Además de su trato cercano, feligreses como Roberto Carneado destacan que Agustín Hevia ha tenido un papel importante en la recuperación del patrimonio religioso de la parroquia. Cuando se hizo cargo de Camoca, en 1994, la iglesia sufría numerosas goteras y se encontraba en mal estado, así que se supo mover para conseguir ayudas. Incluso, anteriormente, había animado a los vecinos para reconstruir la capilla de San José, en El Llanu, de la que sólo quedaban los muros. Una vez en pie de nuevo, consiguió un vía crucis, mobiliario, un Cristo y la campana.

Carneado también recuerda el éxito que tenían las excursiones que organizaba Agustín Hevia y la marcha anual a pie a Valdediós que realizaba para los jóvenes.

Maliayés, de Lugás, Agustín Hevia asumió la parroquia de Camoca el Martes Santo de 1993, relevando en el cargo al cura Ricardo Suárez, que había tenido problemas de salud. Pasó a ser también el párroco de Lugás y de Valdebárcena en 2000.

Estudió en la Universidad Pontificia de Salamanca y se ordenó sacerdote en la parroquia de la Sagrada Familia de Ventanielles (Oviedo), un momento, recuerda, que vivió "con emoción". En su primera etapa de sacerdocio se dedicó a la enseñanza, pues fue profesor de Latín y Griego en el Seminario de Oviedo y jefe de estudios en el seminario menor. Es el archivero de la catedral desde 1998.

Después de 56 años, mantiene intacta su vocación: "Repetiría plenamente mi sacerdocio, lo volvería a hacer". De sus feligreses de Camoca destaca que son "muy colaboradores en todo lo relativo a la iglesia, mantener las tradiciones y participar en las celebraciones religiosas".

En estos 25 años como párroco es consciente de que se ha producido un cambio "sociológicamente muy importante", pues en este tiempo han fallecido 84 de sus feligreses. Por lo que destaca el descenso y el envejecimiento de los habitantes, que no sólo se da en Camoca, sino en toda la diócesis. "La disminución de la población es un problema", insiste. Así, frente a los 84 funerales que ha tenido que oficiar, sólo ha tenido alrededor de una decena de bodas y unos 14 bautizos.

Tras este cuarto de siglo como párroco de Camoca, lo que desea es "que las parroquias sigan progresando, la vida cristiana se intensifique y el servicio que preste sea el que los feligreses necesitan". Él sigue al pie del cañón.

Compartir el artículo

stats