El empresario Higinio Iglesias (Pravia, 1963) pregona hoy las fiestas del Santísimo Cristo de la Misericordia y Nuestra Señora del Valle (Ayuntamiento, 20 horas) con ilusión. Iglesias es un praviano de nacimiento y sentimiento. Ha asentado su empresa tecnológica relacionada con el sector de los seguros en la villa, donde emplea a 50 personas, es partícipe asiduo de actos culturales y sociales pravianos y también portavoz del Cofradía del Xiringüelu. Sin olvidar que a los 19 años fue concejal. Siempre involucrado con su querida Pravia.

- ¿Sorprendido con el encargo del pregón?

-Me cogió un poco por sorpresa, no contaba que estuviese dentro de mis cosas ni este año ni en el futuro, pero si te lo piden, tienes que decir que sí. A todo el mundo le apetece hacer el pregón de las fiestas de su pueblo, a lo mejor, para una persona que no sea de Pravia es distinto, aunque ahora se lleva mucho.

- ¿Cree que esta moda gusta?

-Hay tres cuestiones. La primera, cuánto de motivo puede ser que se designe a la persona de otro sitio para el pregón del pueblo, aunque puede atender a circunstancias personales y particulares. La segunda, cómo puede interpretar la gente del pueblo que el pregonero sea de fuera. Para la gente que es de aquí tiene un significado especial que el pregonero sea del pueblo; no para todo el mundo, claro, porque las personas no generan siempre la misma simpatía o aceptación. Y, la tercera, el pregonero: obviamente si eres de aquí tiene un significado muy grande, lo haces en tu pueblo y va a ser distinto.

- ¿Qué le aportará personalmente ser el pregonero?

-Satisfacción, no espero más que eso. Llegar allí y ver mucha gente conocida, tu familia, tus amigos, gente que va allí porque, al margen del contenido, van a escucharte a ti. Podrás tener un buen día o un mal día, hablar en público depende de muchas cuestiones, pero creo que es algo especial, al menos para mí, es lo más importante, la satisfacción.

- ¿Qué significa El Cristo y El Valle para los pravianos?

-Pravia tiene la suerte de tener dos momentos de fiesta arraigados, tradicionales y reconocidos. El Xiringüelu, no hay nada qué decir, es el evento del verano y cae en un momento especial, al principio, cuando la gente tiene ganas de fiestas. Es una fiesta pagana que no tiene carácter religioso, su esencia es la fiesta. Pasa el verano, llega septiembre y ya la gente entra en otra dinámica. Las fiestas del Cristo y El Valle son un momento más íntimo, es la fiesta patronal. Es un tema más serio, al menos, tiene un concepto respetuoso con la tradición, cultura y unas creencias que aunque no compartas, hay que respetarlas. Se celebra porque hay unas creencias, que son el componente religioso, aunque hay un marco cultural y recreativo.

- ¿Qué puede avanzar del pregón?

-Va sobre vivencias porque en Pravia se han hecho muchos pregones y todo el mundo ha hablado de la historia y cultura de Pravia y todo esto está dicho ya. Hablaré de los caballitos y "La Pitosta", que era una señora mayor que vendía avellanas. Era de por aquí de la zona y venía con una mesita y ponía golosinas con aquellos juguetes de soplar que daban vueltas. Y antiguamente había romería y verbena, no sé por qué se han cargado la romería... Empezaba muy temprano y había música hasta la hora de cenar. Creo que es uno de los problemas de que el ambiente familiar se haya ido diluyendo. Ahora un niño no ve una actuación musical a no ser a las 12 de la noche, que no parece muy apropiado. O la gente que trabaja, si empieza a las 11 de la noche, es difícil que puedan ir.

- ¿Cambian las fiestas?

-Han ido evolucionando, se van viviendo de manera diferente y se va perdiendo un poco la esencia de las fiestas. Un poco. Depende de tendencias, cómo la gente piensa y se relaciona y eso cambia y no puedes oponerte a ese cambio, pero sí puedes intentar moldear, encauzarla un poco y, sobre todo, no puedes cambiar prohibiendo. Por ejemplo, ¿qué es lo que está pasando con el botellón? Si van a las fiestas y compran la bebida en el súper, habrá que preguntarse por qué lo hacen, no quedarse sólo en el hecho de que hay botellón.

- ¿Por qué mantiene su empresa en Pravia pudiendo estar, por ejemplo, en Madrid?

-A veces las cosas son de una manera por las circunstancias. Hay parte de razón técnica, emocional o que seas un cabezón. Hay un poco de todo. Mi empresa está en Pravia y no me quiero ir a ningún otro sitio. Estamos aquí porque en el momento en que nos establecimos hubo gente que nos apoyó, gente del sector de telecomunicaciones, gente de Telecable. Si lo que tengo en Madrid y en Barcelona es la fibra óptica, la tengo aquí... Eso fue lo que creó la raíz. Siempre pensé que para ubicar una empresa hacen falta buenas infraestructuras, poder salir al mundo y estamos a diez minutos del aeropuerto. Uno de nuestros mayores clientes, inglés, lo es porque le resulto fácil venir. A esas buenas infraestructuras y telecomunicaciones se añade un entorno natural que favorece la productividad y una Universidad de Oviedo que razonablemente puede facilitar profesionales.

- ¿Hay futuro en Pravia, en los sitios pequeños, pese a la tendencia de despoblación?

-Sin duda. El futuro es un sitio al que has de ir, no llegas sentado en una silla. Lo que pasa es que hay que gestionarlo y no solamente desde el ámbito institucional, sino que hay que facilitar y no poner impedimentos a las iniciativas de las personas, de los empresarios. Las leyes y regulaciones deben facilitar el emprendimiento porque las empresas son motores de crecimiento. Por otro lado, hay poca formación profesional orientada a los oficios del futuro, como programar, y algo muy importante, formar emprendedores, que los chavales quieran ser empresarios. Y esto en sitios pequeños es más necesario, es la forma que tenemos que de siga habiendo iniciativas que puedan mantener la economía local. Habría que crear muchas micropymes por que si no, ¿en qué se sostienen los servicios y el consumo? Además, hay que atraer gente a vivir a Pravia, es fácil que la gente se deslocalice a nivel habitacional.