Los jardines, aparcamientos y sendas de la localidad de Lugones se han convertido en pequeños vertederos. Así lo denuncian los vecinos de la localidad, que confiesan estar "desesperados" ante la situación.
De esta circunstancia no se escapa ni la zona centro. A pocos metros de la iglesia, en una zona habilitada para estacionar vehículos, se acumulan zapatillas, cojines, botes y cartones a la vista del viandante y también bajo los setos: "Traes a cualquier amigo de fuera y te da vergüenza que vea esto", lamentan los habitantes del núcleo más grande de Siero.
Uno de los focos más llamativos se encuentra en plena avenida Oviedo, una de las arterias de Lugones. Allí, frente a la iglesia parroquial de San Félix, se amontonan residuos alrededor de una parcela habilitada como aparcamiento: "Llevamos tiempo denunciando esta situación ante el Ayuntamiento", destaca Daniel Cabal, portavoz de la plataforma "Lugones en pie".
Según indica, se trata de un espacio que "los vecinos vendimos para que se construyeran pisos". Sin embargo, con la llegada de la crisis económica, todo quedó parado y la parcela "acabó en manos de un banco, que después se la cedió al Ayuntamiento para que hiciera plazas de estacionamiento gratuitas". Ahora, la zona se encuentra llena de socavones, arena y, cuando llueve, de grandes charcos. A los lados, entre los setos y en los pequeños espacios verdes, se acumulan residuos de todo tipo.
Este no es el único pequeño vertedero de basuras del que dan cuenta los habitantes de la localidad. No muy lejos de allí, al lado de la estación de tren, también se pueden observar restos de basura junto a los árboles de la zona verde. Se trata de la calle Alejandro Casona, cuyos vecinos destacan los "malos olores" que genera la basura.
El tercer pequeño vertedero del que se quejan los locales, se sitúa justo en la frontera entre Lugones y el concejo de Llanera, en la "ruta alternativa del colesterol", como la llaman los que suelen pasear por ella los fines de semana. Esta discurre junto al río Nora.
Una senda estrecha que permite alejarse "del bullicio de los coches y los malos olores, al menos, en principio". Esta puntualización deriva de la acumulación de residuos orgánicos, mobiliario y sacos de escombro que se viene dando desde hace meses en el lugar y que ha enfadado a los viandantes.
