Siempre se dijo que la confianza que tiene un enfermo de estar en las mejores manos profesionales posibles es de por sí un tratamiento eficaz. La seguridad del galeno en el diagnóstico de la dolencia y su conocimiento de los fármacos para paliar el mal, asociadas a un carácter dialogante con el paciente y espíritu animoso, hacen tanto o más que los potingues. Quienes tienen la responsabilidad de sacarnos de esta pandemia no tienen ninguna de esas características. Sabemos que se ha hecho la peor gestión del mundo ante esta crisis epidemiológica. Fallan en la adquisición de los materiales de protección y detección del mal. Se equivocan en la toma de decisiones, diciendo luego que fue un error de comunicación, cuando cualquiera sabe que fue un error de concepto; hacen intervenciones gubernamentales oportunistas como la anulación de clases pasivas del estado o establecimiento de la renta básica, a golpe de decreto sin el necesario debate que constitucionalmente sería exigible. En resumen la seguridad de estar en las mejores manos no la tienen ni ellos mismos, con lo cual cualquier cosa se vuelve sospechosa. El día 21 se pagaron las pensiones cuando no se pagan antes del 25. Alguien me dijo que habían rogado a la banca el adelanto para que la gente no sospechase que ya no hay un duro. Perdón, no me acordaba que no se pueden dar opiniones en contra de la excelente gestión de nuestro gobierno; pero no sé qué hacer con esta mosca que se me pone tras la oreja.
