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Los kiwicultores de Pravia se plantan: no invertirán más si no se protegen las vegas

"Es el momento, pasado mañana es invierno", apremian los empresarios, cansados de esperar: "Pasan de nosotros, vienen solo a hacer la foto"

Los kiwicultores Paco Feito y Ángel Cuesta, ayer, delante del islote de regodón que afecta a sus plantaciones en Peñaullán (Pravia). S. ARIAS

"Es el momento de hacer los trabajos porque pasado mañana es invierno", sentencia Ángel Cuesta. Los productores de kiwi de las vegas de Pravia están desesperados y, en muchos casos, desalentados a continuar con las inversiones en sus fincas. Y todo a cuenta del estado del río Nalón a su paso por Forcinas, Peñaullán y Santianes, donde se acumulan regodones y árboles de riadas pasadas que, según señalan, provocan mayores desperfectos en las producciones e infraestructuras agrarias cuando hay inundaciones.

Un problema para el que necesitan la luz verde de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico (CHC), que el pasado mes de noviembre se mostró favorable a colaborar con los kiwicultores en aras de ejecutar soluciones de bioingeniería que sean poco agresivas y que aminoren los efectos de las riadas sobre las producciones. Los kiwicultores urgen una solución.

"No pretendemos que no se inunde la vega porque la riada no va a pasar volando pero sí que se limpie porque cuando haya crecida va a reventar y va a inundar la vega entera", apunta Paco Feito. Se refieren en concreto a un islote de regodón que se ubica en la curva de la vega de Peñaullán, desde el puente de la variante de Pravia hasta casi Santianes y que crece cada día más cambiando el curso del agua y obligando al río a entrar en la vega en busca de salida. Cada año el Nalón deposita piedras y troncos y debido a la erosión que provoca el agua ya no hay apenas árboles de ribera, la principal protección con la que cuentan las vegas para evitar la entrada de troncos, por ejemplo, que dañan seriamente las infraestructuras.

"Por encima de los regodones puedes ir caminando medio kilómetro tranquilamente", detalla Cuesta, quien ve crecer mes a mes el islote que pone en juego sus plantaciones de kiwi. "Cada vez que vengo salgo asustado y preocupado", añade. Temen que, en la próxima salida del río, los efectos sobre las infraestructuras y frutos sea más dañino. El año pasado, en noviembre, aguantaron tres riadas en plena época de recogida tras haber sufrido una "gorda" en enero del mismo año. Los productores urgen una solución diez años después de la gran avenida de junio de 2010.

"Por lo menos que nos digan qué se puede hacer, si hay algo de esas soluciones medioambientales que proponen que se pueda hacer", señala Cuesta, quien cree que debido a la crisis económica derivada de la sanitaria del covid-19 las partidas presupuestarias estatales, de las que depende CHC, menguarán. De ahí, la urgencia de los kiwicultores. "No podemos creer que nos den subvenciones, apunta Feito, quien incide en el desarrollo socioeconómico que se ha conseguido en Pravia en torno a las plantaciones de kiwi, con alrededor de 400 empleos, estiman.

"Pasan de nosotros, vienen a hacerse la foto y pasarte la mano por el hombro el día de la riada pero al final... hasta luego", concluye Feito. Los productores claman por una reunión con CHC en la que plantear las medidas de protección necesarias para los cultivos.

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