Los vecinos de Villamarín de Salcedo, en Grado, tienen muchos planes para aprovechar el monte del pueblo, cuya titularidad como monte vecinal de mano común les ha sido concedida por la consejería de Desarrollo Rural y Cohesión del Territorio. Una tramitación que iniciaron en 2016 para poder gestionar un total de 264,58 hectáreas, como venían haciendo desde el siglo XIX pero dentro de un marco jurídico. La idea es utilizar el monte para pastos ganaderos, como aprovechamiento forestal y acondicionarlo como atractivo turístico natural para hacer rutas.

“Estamos muy contentos, ahora vamos a contratar una asesoría técnica para clasificar y acondicionar el monte, hacen falta clareos y desbroces y tener accesos e infraestructuras, queremos ponerlo en valor porque ahora mismo está para cerilla y fieras”, señala Juan José García, presidente de la junta vecinal del monte de Villamarín, compuesto por los parajes conocidos como Rozadiella, sierra de Pando, Sangoñal, Fulichega-Tablado y Tindión y braña del Tendeón.

Y entre los usos que planean están los pastos para ganado bovino y equino, el aprovechamiento maderero y utilizar alguna zona para plantación de árboles autóctonos. Unas actividades que generarán beneficios económicos que serán invertidos en mejoras en el pueblo: “Hay muchos caminos interiores que hormigonar”, apunta el vecino, Tomás Sergio García.

Y creen que el monte, en linde con los concejos de Yernes y Tameza y Teverga, tiene un gran potencial como atractivo turístico “en un rinconín desconocido pero accesible en el corazón de Asturias”, describe Tomás García. Por ello, estudian es que pueda ser visitado y ligar su potencial natural a los aprovechamientos ganaderos con varios elementos etnográficos que hay en la zona como las cabañas ganaderas.

Destaca también por contener un valioso y centenario bosque de robledales y hayedos, con 88 hectáreas. Unos árboles que dieron desde épocas antiguas mangos (maderas delgadas) para la afamada tradición cestera o de goxeiros de Grado. Un acicate para que, después, se puedan desarrollar negocios vinculados al turismo natural, como alojamientos rurales o actividades de turismo activo. Unas ideas que concretarán próximamente en un plan de gestión y uso del monte mediante la asistencia de una ingeniería forestal.