Lucas Sánchez, de 11 años, aún no tiene decidido qué quiere ser de mayor. Lo que sí sabe es que llevar la quesería de afuega’l pitu que fundó su abuela en Temia, la recientemente fallecida Oliva Fernández, le atrae mucho. El tiempo dirá qué hace finalmente, pero, de momento, la variedad quesera con cuna en Grado tiene mucho futuro. Las tres queserías que se profesionalizaron en los años ochenta del siglo XX de la mano de Oliva Fernández en Temia y de las hermanas Filomena y Mari Luz Martínez en Ambás y La Borbolla están ahora con las siguientes generaciones al frente.

No solo Sánchez lleva el afuega’l pitu en las venas. En La Borbolla, Isabel y Ana García se licenciaron en Empresariales y Económicas, respectivamente, y se pusieron a trabajar en la quesería. “El último año iba a clase por la tarde y ya venía aquí por las mañanas”, recuerda Isabel mientras su hermana asiente con la cabeza y concluye: “Yo no tuve ninguna duda, nos criamos desde pequeñas entre los quesos y siempre nos gustó”. Aprendieron la elaboración artesana del afuega´l pitu de su madre Mari Luz, que lleva seis años jubilada, pero siempre con un ojo en el negocio.

Leo Guisasola, Raquel Álvarez y Lucas Sánchez, ayer, en Temia. | S. ARIAS

Y lo mismo pasa en Ca’Sanchu, de Ambás, donde Filomena Martínez dio el testigo a su hija Marta Fernández, y a su pareja, Xel Díaz. Una decisión que llegó después de haber trabajado como investigadora de la Universidad de Oviedo en ingenería forestal y como docente, respectivamente. “Antes de que se jubilase ya íbamos a ferias para ayudar a mi madre y cuando llegó el momento Xel me animó porque era una pena no seguir con el negocio que estaba abierto. Y prescindí de mi carrera profesional para centrarme en el negocio familiar y no me arrepiento nada”, confirma.

Al pequeño de Temia, a Lucas Sánchez, aún le quedan unos años para decidir, “pero la quesería me gusta porque llevo aquí desde siempre”, dice. Mientras, su madre y su tía, Verónica y Raquel Álvarez, llevan el negocio, que regentó el hijo de Oliva Fernández y padre de Lucas, Fran Sánchez, hasta su fallecimiento en 2016.

Y ellas también saben lo que es criarse entre quesos de esta variedad, pues la elaboración era tradicional en muchas casas del concejo que después, en algunos casos, vendían las mujeres en el mercado de la villa. “Me acuerdo de hacer furacos a macetas con un gancho de cocina caliente para hacer los moldes”, recuerda Raquel Álvarez.

Las hermanas Isabel y Ana García en la quesería La Borbolla

Las queserías de afuega’l pitu de Grado están pasando por un momento muy dulce, recogiendo el tesón de esas mujeres que llevaron la variedad a lo más alto, consiguiendo una Denominación de Origen Protegida (DOP) que ha impulsado su popularidad haciendo que sea cada vez más valorado y consumido.

Isabel García, que es además la presidenta del Consejo Regulador, observa que la demanda de afuega’l pitu crece: “Tiene mucho futuro, falta que se afiance un poco más fuera de Asturias pero cada vez se vende más”. Es un alimento artesano y tradicional y cada vez goza de más prestigio entre consumidores y cocineros por su versatilidad. “Y no es solo un queso, es la barreña, el fresco sin o con sal, el blanco y roxu atroncáu semicuráu, de trapu blanco y roxu y una variedad más curada”, destaca la quesera de Ambás.

Pero la cosa no se queda ahí. Las queserías, refieren sus responsables, investigan en nuevos tipos de de afuega’l pitu con los que amplían la dimensión gastronómica de la variedad. Un queso de tradición centenaria en el concejo moscón al que, por lo que parece en Temia, Ambás y La Borbolla, le queda mucho futuro.