Los vecinos de Torazu saben lo que es cuidar de una tradición, aunque vengan tiempos difíciles. Este domingo repartieron 190 kilos de boroña en un festival que volvió al calendario pero que no pudo contar con las actividades habituales, como mercadillo, música o comida. No obstante, se despacharon más de doscientas raciones de boroña, casi la mitad de las cifras de antes de la pandemia. En total fueron diecinueve las boroñas que se “roxaron”.
Según explica Josefina Prida, de la Asociación Cultural y Recreativa Toracense, hubo que ampliar la producción en el último momento porque hubo más demanda. “A pesar de ser una edición diferente, estamos muy contentos con la acogida de los vecinos”. Además, “todos los productos para la elaboración son del concejo: la harina de maíz sale de un molino local, los embutidos son de Naveda, y el arroz con leche incluido en el menú es de Santolaya”.
