Amara Díaz, que va a cuarto a de Primaria, sabía perfectamente que las truchas son peces de agua dulce. Y aunque ya las había tocado más veces con las manos, nunca jamás las había soltado ella misma en el río. Junto a sus compañeros lanzaron ayer un total de 15.000 alevines al cauce del Noreña, justo al lado del Puente de Piedra, en una iniciativa que ya lleva seis años realizándose. Su promotor, el presidente de la asociación de Amigos del Nalón, Nicolás Ferrer, calcula que gracias a ello el río se repoblará con entre 20.000 y 30.000 ejemplares, puesto que el índice de supervivencia es del 75 por ciento.
Cuando Nicolás Ferrer era pequeño, como Amara, iba al río a capturar truchas. Recuerda que sus lindes estaban llenas de pescadores y que esa tradición le viene de familia: él lo aprendió de su padre, y su padre de su abuelo, y así. Por eso busca, año tras año y en diversas actividades en torno al río, que esa costumbre vuelva. Amara no pesca, pero su compañero Sergio Montero sí que lo ha hecho alguna vez. Aunque, de momento, nunca en el río Noreña.