La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La serliana

Ojos en Villaviciosa

Días atrás, revisando cartografía antigua francesa sobre la Península Ibérica en los fondos de la Biblioteca Nacional de Francia, me encuentro con la descripción de un viaje por "les Asturies", realizado por "A. H??i." a mediados del siglo XIX.

En un principio, antes de leer el pequeño documento, me atrajo la curiosa firma del viajero: la suerte de acrónimo empleado supuso un acicate para intentar desvelar el misterio de las siglas utilizadas, resultando el firmante del texto Aleksander Jan Joachim Holynski; con el tiempo, afamado conocedor y descriptor del oeste americano.

Pues bien, en su viaje por Asturias, de Oviedo a Covadonga, creyendo tomar el camino más directo a Infiesto desde La Pola, busca la aldea de "Vinon" y se encuentra accidentalmente con Villaviciosa.

Queda impactado con el paisaje del río Linares que discurre acostado sobre un "delicioso" valle y califica a Villaviciosa como la población más bella de la provincia, no entendiendo el porqué de su nombre "picante".

Reflexionando sobre el buen porte y elegancia de las mujeres, que visten como si todos los días fuesen festivos, intuye que, después de la llegada accidental de "Charles-Quint" a la antigua "Mellao", quedó en la "pequeña villa" una impronta cortesana y galante que se mantiene en el tiempo.

Explora los alrededores del núcleo urbano y describe una colina con encanto en la que, como un nido de paloma, se ubica la casa del "noble" marqués del Real Transporte, adjetivándola como la "casa del Usurero". Escribe sobre reales, los pasa a francos, elucubra con préstamos a gran interés; ¡no entiendo nada!, ¿qué querrá decir?

En otro pasaje, hace un interesante comentario sobre la salida por mar del comercio de avellanas, castañas y carbón de buena calidad que llega de Sama en una caravana de caballos cargados con dos sacos o fardos, con un peso unitario de dos quintales y medio.

Tan prendado quedó del lugar y del "eterno Domingo" que a la vuelta eligió Villaviciosa para descansar durante unos días, empaparse de un paisaje dominado por castaños, higueras, robles, hayas, nogales y manzanos, y seguir los chismorreos sobre los celos que la fortuna de otra familia noble de la localidad le inspiraban al Marqués del Real Transporte.

En fin, una descripción entretenida, propia de los libros de viaje franceses del siglo XIX que describían y "desnudaban" las poblaciones visitadas.

Compartir el artículo

stats