Uno de los momentos que tenemos más presentes en la vida de Jesucristo es el de su muerte y crucifixión. En Villaviciosa conservamos una imaginería, agrupada en el Museo de la Semana Santa, que nos recuerda esas situaciones de dolor y que cada año revivimos en las procesiones.
Pero, de acuerdo con el Evangelio, la vida de Jesús no se terminó ahí, transciende nuestro tiempo y marca el camino de la solidaridad, la caridad y la esperanza, tres pilares en los que también se basa la pintura de Mino Cerezo Barredo (1932), misionero de Villaviciosa que ejerció su apostolado en varios países de América del Sur.
Desde 2005 vive su jubilación en Salamanca, pero siempre está abierto a seguir divulgando el mensaje de Cristo allí donde se le reclame. En 2012 realizó un mural en la ermita del Albergue de peregrinos de Güemes (Cantabria); hace cuatro años recreó las bienaventuranzas en seis cuadros que se exponen en el retablo de la iglesia de San Antonio de Padua de León, y el pasado año entregó un vialucis de 14 piezas para la misma parroquia leonesa.
En Villaviciosa apenas teníamos obra de Mino Cerezo, por eso nos atrevimos a proponerle hacer un mural para uno de los paños de la pared situada en la cara Norte del Museo, un espacio amplio, en la línea de sus muchos trabajos en América. Y, una vez más, Mino respondió que sí y en el Museo de la Semana Santa podemos contemplar al resucitado, en Emaús. Tomando prestados unos versos de su amigo Pedro Casaldáliga, recientemente fallecido, ese Mesías viene a decir que “para quien camina siempre hay un sol amaneciendo. Caminar es atravesar la noche con esperanza y descubrir cada día la verdad de la utopía y la vida del amor”.
Gracies amigu Mino, por tanta generosidad. La comunidad cofrade del tu pueblu, recordarate siempre agradecía.
