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Estampas navetas

El molín de Rivaya y los culetes de Facebook

Ni el tiempo inestable ni la pandemia pudieron con el Festival de la Sidra, que ha sabido adaptarse a las nuevas circunstancias con la retransmisión de sus eventos más relevantes por una red social

Los primeros días de julio estuvieron marcados por lo actos correspondientes al Festival de la Sidra, que este año celebraba su XLIV edición. Así, en la semana que comenzó el lunes 5 los diferentes jurados seleccionaron tanto las mejores sidras naturales como los mejores derivados de sidra, mientras el 7 se celebraba el Sidraforum. Luego, el sábado 10, por la mañana, en acto público, se desarrolló la fase final del concurso para la elección de las tres mejores sidras naturales elaboradas en Asturias y la mejor de Nava. Y, por la tarde, también en acto público, tendría lugar la ceremonia de hermanamiento de todas las sidras presentadas al concurso del Festival, que corrió a cargo de la Cofradía de los Siceratores y, a continuación, la entrega de premios de las mentadas tres Mejores Sidras Naturales elaboradas en el Principado, y la Mejor de Nava, así como los correspondientes a las Mejores Sidras y Derivados de la Manzana, en cuyo apartado recibieron galardón diez productos.

Por último el domingo, a partir del mediodía, se celebró, también ante el público, la XXXIV edición del Concurso Internacional de Escanciadores. Cabe añadir que el desarrollo del programa del Festival, que también pudo seguirse a través de la página de Facebook del Ayuntamiento, se ajustó en todo momento a lo dispuesto por las autoridades sanitarias al respecto, y que lo mismo el sábado que el domingo el sol nos acompañó, con dos días de verano estupendos, echados después en falta a lo largo del mes, que abundó más en días de cielos nubosos o cubiertos que en días despejados.

Luego, en el capítulo cultural, el viernes 2 el Círculo Amigos de Nava presentó su revista anual número 8 y, en el festivo, el domingo 18 se celebró en Ceceda la Misa, con procesión, en honor a la Virgen del Carmen. Y recuerdo que esta fiesta, en la época anterior a la llegada de la mecanización, tenía un significado para la gente del campo del entorno de la parroquia, pues se ponía esa fecha como la ideal para tener terminadas todas las faenas de la hierba, cosa que, en la práctica, resultaba difícil conseguir. Tiempos y labor en los que, en la zona en la que me crié, eran comunes términos como herba, prau, rosada, siega, segar, segador, gadaña, estil, cabruñar, gaxapu, mañanaes, marañu, desoriellar, escoyer, escayu, felechu, xunclu, paniega, traente, esparder, o esmoroñar, dai la vuelta, o volver, calagüezu, saltapraos, enmarañar, o facer maraños, dejar en tienda, reunir, llevantar, cucaxu, acucaxar, o facer cucaxos, abrir, facer curao, curao del día, engazu, engazar, garabatu, apurrir, balagar, facer balagares, vara, o facina, envarar, cerrar, ponei el tapín y peinar la vara, esmesar, cargar, amarrar y peinar el carru, meter la herba en la tená, etcétera...

No faltaron tampoco las defunciones, y el 2 nos dejaba, en su domicilio de La Colegiata, Desiderio Díaz Martínez, a los 67 años. Desiderio estaba casado con Rosa María Pandiella García, con la que tuvo dos hijas, Natalia y Desirée. Luego, el 5, era José Luis Llamedo Montes “Pepe”, el que finaba en Oviedo. Vigilante de Solvay, Pepe estaba casado con Azucena González Ornia, siendo descendientes de ambos Juan José, sacerdote, y Yoli. Y el 9 lo hacía Josefina Delmiro Montes. Vecina de Cañal, feligresía de Priandi, Josefina era viuda de Gumersindo Canteli, con el que tuvo una hija, Carmen María.

Después, el 11 nos dejaba en Oviedo Pedro Álvarez Fernández, a los 79 años. Nacido en El Remediu, y vecino de esta villa, Pedro estaba casado con Azucena Otero Quesada, con la que tuvo dos hijos varones, Pedro e Ignacio. Mientras el 19 faltaba María Elena Onís Ovín. Vecina de la Cogolla, María Elena, que contaba 89 años, era viuda de David Vega Ovín, ferroviario fallecido, por cierto, el pasado 5 de abril, con el que tuvo un hijo, José Ramón, también ferroviario de profesión, como lo fue su padre. Y el 20 finaba en su domicilio de Nava José María González Canteli, más conocido familiarmente como “Pepe Cerrojo”. Pepe, que contaba 77 años, estaba casado con Carmen Ordoñez Cesa, de Castañera, con la que tuvo dos hijas, Carmen (+) y Arancha. Podemos añadir que Pepe, de joven, había vivido con su familia en la casa del molín de Rivaya, en el camino de La Vega de Ceceda, donde su padre Alfredo estuvo de molinero. Luego, el 30 faltaba en Oviedo María Luisa Vigón Montes. Casada con Aquilino Montes Campal, el matrimonio tuvo dos hijos, Marta y Jesús. Y, por último, el 31 fallecía, en la naveta Residencia Comarca del Mayor, Isolina Nosti Vega, a los 89 años. Isolina, que fue maestra, ejerció su profesión en el concejo. Por otra parte el seguimiento puntual del aumento o disminución del número de personas afectadas por el covid nos mantuvo preocupados a lo largo del mes, que cerramos el sábado con el paraguas a mano y la chaqueta puesta, pues, con cielo cubierto, el orbayu nos incordió a ratos, y la temperatura fue más bien fresca. Pero aún queda tiempo para que venga el verano.

¡Ah! Y seguimos con la mascarilla puesta.

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