La misma joven que atendía la recepción del hotel a las dos de la tarde, a las seis acompañaba a los huéspedes recién llegados a sus alojamientos. Y la camarera que llevaba el obsequio de bienvenida a las habitaciones también atendía el bar y el servicio del salón contiguo. Por la noche, a partir de las nueve, ambas se ocupaban de las 14 mesas del comedor. Dos turnos de cenas, además del bar y la recepción. Dos personas para todo eso. Con razón tenemos un nivel de paro bestial.

Recuerdo que en un viaje por el extranjero hicimos noche en un hotel de una cadena española. Fue el único escaso de personal, curiosamente. En los restantes, las plantillas eran abundantes. Y el hotel español no era más barato. Si, por ejemplo, comparamos el personal habitual de una sidrería media asturiana y el de una cervecería bávara de tipo medio, en la segunda hay el doble de trabajadores que en la primera. Pero los precios no son superiores.

La misma situación es extrapolable a todo tipo de empresas y negocios. Aunque, sorprendentemente, no hay diferencias de precios que justifiquen lo que ocurre. Lo que uno compra allá cuesta más o menos lo mismo que aquí, los sueldos de allá son bastante más altos y, sin embargo, no verán tiendas barridas de dependientes ni cafeterías atendidas por un único camarero. ¿Cómo se las arreglan? Lo desconozco. ¿Cómo es posible que un empleador español deba obrar milagros para pagar a menos trabajadores de los que realmente necesita mientras que a uno francés o alemán le llega y le sobra?

Tiene que haber truco. Un truco que nosotros desconocemos pero que, mientras no seamos capaces de averiguarlo, nos condena al desempleo masivo. Lo entendería si las diferencias de precio entre España y el resto de Europa fueran grandes. Pero no es así. Es más, hay bastantes posibilidades de comer en un pueblo francés por menos dinero que en uno español. Y con el doble de personal en el restaurante.

Aquí lo tenemos tan mal montado que llegamos a la estúpida situación de que el trabajador es una carga para el empresario. Y ambos, enemigos.