Mieres del Camino,

J. VIVAS

Las instalaciones del campus de Mieres contarán en unos días con un nuevo servicio abierto a los grupos de investigación que trabajan en la Universidad de Oviedo. Se trata del laboratorio Científico Técnico de Cría Masiva de Peces y Anfibios, que se ubicará en la planta baja del edificio científico-tecnológico. Un completo laboratorio compuesto por tres salas en el que se podrán incubar hasta 30.000 huevos aislados de anfibios, permitiendo mantener más de un millar de piezas de forma individualizada o millares, en el caso de que se encuentren en el mismo recipiente. El investigador José Manuel Cano, de la Unidad Mixta de Investigación en Biodiversidad (UMIB), con sede en el campus de Mieres, es uno de los responsables de esta instalación. En su caso, Cano estudiará la ecología de los anfibios para analizar la capacidad que tienen estos animales para adaptarse al cambio climático. Pero también harán buen uso de las instalaciones otros investigadores, como Alfredo Nicieza, también de la UMIB; José Guijano, que estudia la patología de los peces; y Luis Gómez, etólogo, que se dedica a estudiar los comportamientos.

Cano explicó que la puesta en marcha del laboratorio vino motivada por la «necesidad de un espacio que nos permitiese controlar la calidad ambiental y contener aislados miles de anfibios». También se estudiarán peces, aunque no guarda ninguna relación con el centro oceanográfico de Gijón. El grupo consiguió el respaldo de la Fundación para el Fomento en Asturias de la Investigación Científica Aplicada y la Tecnología (Ficyt) y la Universidad de Oviedo, que destinaron fondos para su desarrollo. Además, la idea era plantear el nuevo laboratorio como un servicio abierto a más investigadores. Con su puesta en marcha, el campus de Mieres contará con unas instalaciones únicas en España, «porque este tipo de laboratorios se dedican a biomedicina, pero es la primera vez que se dirige a especies silvestres». En total, cuatro grupos de investigación se beneficiarán de este servicio científico técnico, aunque no serán los únicos, ya que, tal y como aclaró José Manuel Cano, «sabemos que el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) también está interesado en su uso».

El laboratorio está dividido en tres estancias principales que, en el caso de los anfibios, siguen su trayectoria de vida. Además, cada una tiene una temperatura propia, adaptada al objeto de estudio. Hay una primera sala en la que se podrán incubar hasta 30.000 huevos, y una segunda, con 1.260 peceras de reducido tamaño, en las que se pueden estudiar los anfibios de forma individualizada. A estas dos se suma otra estancia más que cuenta con seis bañeras de gran tamaño «donde se pueden estudiar las características más observables de los animales, si crecen o si enferman, entre otras variables».

Con la puesta en marcha de estas instalaciones, José Manuel Cano podrá continuar con su investigación, centrada en la capacidad que tienen los anfibios para adaptarse al cambio climático. Una iniciativa en la que lleva inmerso desde principios del año 2000 a través de diferentes fases. El investigador cuenta en su trabajo con apoyo de universidades de Suecia y Florida (EE UU), así como del Instituto Zoológico de Londres y de la Universidad de Exeter, en el Reino Unido. El trabajo de campo, una de los apartados más importantes de la investigación, se realiza en Asturias y en los países escandinavos.

Los efectos del cambio climático en los anfibios vienen dados por dos consecuencias, las temperaturas extremas y la proliferación de las enfermedades. Este es el objeto de estudio de Cano, quien también se ocupa de investigar el efecto de las fluctuaciones extremas de temperatura «que cada vez son más abundantes, aunque no está tan claro hasta qué punto pueden ser un problema para estos animales». Como antecedentes, el investigador tiene en cuenta sucesos acontecidos en las zonas tropicales y en Norteamérica «donde la proliferación de enfermedades ha provocado numerosas extinciones de especies». También se han dado casos en España. Cano asegura que en Asturias «hay casos de mortalidad elevados por virus y hongos». Durante las salidas de campo, que en Asturias se han centrado en los Picos de Europa, aunque también se trabaja en el resto del Norte del país, el investigador ha recogido infinidad de muestras, «cogemos huevos para criarlos en laboratorio y capturamos adultos de rana para su estudio, también nos hacemos con muestras de tejido de estos anfibios», explica. En el caso de la región, el investigador se centra en la rana temporaria, una especie no amenazada que se da sólo en zonas frías y parece tener una buena capacidad de adaptación a las condiciones en las que vive. Ya en laboratorio, el investigador desarrolla varios estudios, incluso genéticos, para estudiar estos fenómenos.