La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El Tarronal, un peligro para Mieres

La Universidad afirma que el arsénico es el principal contaminante en la clausurada mina de mercurio y alerta de su "movilidad" a través del agua

La mina de El Tarronal, en Mieres. FERNANDO GEIJO

La mina de El Tarronal era una mina que mataba a sus trabajadores. Entre las décadas cuarenta y setenta del pasado siglo perdieron la vida decenas de empleados que se dedicaban a arrancar mercurio de las entrañas de la explotación, ubicada en el valle de San Tirso (Mieres). Un reciente estudio de la Universidad de Oviedo -con la empresa SOGENER y el Principado como asociados- ha desvelado que la contaminación sigue ahí, penetrando en la tierra y las aguas de forma silenciosa pero constante. El principal elemento contaminante es el arsénico y no el mercurio, como hasta ahora se creía. El informe de la Universidad está incluido en el proyecto europeo LIFE I+Darts, que busca nuevas tecnologías para la descontaminación de suelos.

"Morían reventados, era un sufrimiento fatal". Así recuerdan los vecinos de La Peña, el barrio más próximo a la explotación, el final agonizante de los trabajadores. Palabras como "un matadero", "un fuego ardiendo" se repiten a lo largo del último documental realizado sobre la mina: "Morir en El Tarronal" (2014), del cineasta asturiano Luis Felipe Capellín. La mina se explotó desde finales de 1940 hasta el año 1973 y se estima que trabajaron en el yacimiento cerca de ochocientas personas.

Las historias que aún perviven son las de los trabajadores de Mieres. Como la del hombre que narra en la cinta de Capellín cómo su padre le pidió que le matara porque no aguantaba más la muerte devastadora del mercurio. O el hombre que murió, entre vómitos de sangre, en el vestuario de la explotación. Pero otros muchos relatos se perdieron, porque en El Tarronal también había trabajadores portugueses, gallegos, extremeños, andaluces y leoneses. Cobraban un sueldo relativamente más alto que el de las minas de carbón, pero los trabajadores lo pagaban muy caro: la esperanza de vida rara vez superaba los cincuenta años. La sociedad Astur Belga de Minas abandonó las instalaciones sin abordar ningún tipo de actuación de seguridad en la explotación.

Lo que mataba a aquellos hombres sigue ahí. Enterrado en el suelo y corriendo por las aguas. Es por eso que la Universidad de Oviedo incluyó este desastre medio ambiental en el reciente proyecto europeo, en el que se recoge un análisis pormenorizado de la situación de El Tarronal: "El principal contaminante encontrado es claramente el arsénico, por lo que el mercurio se considera el contaminante secundario", señala el estudio, que encabeza el profesor José Luis Rodríguez Gallego. "Este hecho -continúa el texto- contradice el enfoque encontrado en estudios previos sobre este área, en los que el mercurio se había considerado el principal objetivo".

Hay varios puntos en la explotación que hacen del lugar una bomba de relojería ambiental. Según el estudio del I+Darts, "la principal fuente de polución es la presencia de montones de residuos desordenados en la zona central del lugar". Esta situación, añade el estudio, "afecta intensamente a las aguas, incluido el río de San Tirso que fluye muy cerca del lugar". "La movilidad del arsénico, en este caso, es muy alta", afirman los efectos. Concluyen que la contaminación no sólo afecta a los edificios más próximos a la explotación: "Está más extendida".

La descontaminación

El proyecto I+Darts está financiado en un 50 por ciento por la Unión Europea, a través del proyecto LIFE, y cuenta con un presupuesto total de 878.639 euros. Además de El Tarronal, la Universidad incluyó otras dos localizaciones: Nitrastur (Langreo) y Olicio (Cangas de Onís). En las parcelas se comparó la aplicación de hasta siete tecnologías de descontaminación. Algunas, como la fitoextracción asistida (uso de plantas para remover metales desde el suelo, transportarlos y concentrarlos como biomasa), resultaron especialmente efectivas. Esa técnica biológica ha de combinarse con procedimientos físicos-químicos en lugares de máxima concentración de tóxicos, como es el caso de La Tarronal.

El proyecto europeo concluirá en unos meses, con el cálculo de los costes que supondrá la descontaminación de los suelos que han sido objeto de estudio. La actuación en Mieres es la más urgente, aunque la localización de la mina es el único alivio para los expertos. La explotación está fuera del núcleo urbano y la cercana autopista, afirman desde la Universidad de Oviedo, funciona como "pantalla" para frenar la filtración de residuos. Recomiendan que la parcela, cuando se aborde la descontaminación, no se vuelva a ocupar.

Compartir el artículo

stats