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El mantenimiento de los complejos deportivos de montaña

El trabajo oculto que permite esquiar

Los empleados de la estación de Pajares, que abre hoy, realizan con temperaturas bajo cero labores poco conocidas, duras y peligrosas en algunos casos

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Trabajos de preparación de la estación de esquí Valgrande-Pajares

Ocho menos cuarto de la mañana. Dos grados bajo cero. Los primeros trabajadores comienzan a llegar a los vestuarios de Valgrande-Pajares. Otros habían pasado la noche preparando las pistas y habían dormido en la propia estación. Cuando la luna todavía brilla, el corazón oculto de Pajares comienza a latir.

LA NUEVA ESPAÑA ha compartido una jornada de trabajo con la plantilla del complejo invernal lenense, preparando la apertura de la estación. Con su director Javier Martínez a la cabeza, el trabajo que cada jornada, se abra o no al público, realizan los operarios del complejo supone una dura prueba de destreza, valor y aguante. Temperaturas tremendamente bajas, viento o lluvia son algunos de los elementos a los que día tras día se tienen que enfrentar.

Tras ponerse el uniforme y la ropa de abrigo necesaria para aguantar los hasta 20 grados bajo cero de sensación térmica que se dan en la zona alta de Pajares, la plantilla se reúne en torno a uno de los responsables de equipo para planificar el día. "Nos reunimos, aunque más o menos cada uno ya sabe el trabajo que tiene que realizar", señala Félix Álvarez, uno de los responsables de la plantilla, justo antes de iniciar la charla. "Estos días hemos tenido mucho agua, y con las bajas temperaturas de hoy y ayer se ha convertido en hielo", explica. A continuación, se dirige a la quincena de trabajadores que forman el turno de mañana, a quienes destina por los diferentes remontes de la estación en los que hay que trabajar. Y es que el temido "manguito" ha llegado a Pajares. La acumulación de hielo en las poleas, los balancines, los cables y las columnas son el peor enemigo de los trabajadores y los remontes.

Terminada la distribución de funciones, y ya equipados con el material, los operarios se suben en la máquina pisapistas que maneja Ángel Fernández, coordinador de maquinaria y nieve artificial. Es uno de los trabajadores que mejor conoce Valgrande-Pajares. No en vano, 36 años en la estación le contemplan. "Ahora lo que tenemos que hacer es preparar la estación para que arranque", señala este veterano operario, que primero hace la función de autobús, dejando a los trabajadores en cada punto al que están destinados, y después adecenta la nieve con la máquina para que quede en las mejores condiciones. Según explica, este vehículo "se utiliza para mover y pisar la nieve y mejorar las pistas". En la parte delantera, la máquina "lleva un cazo con el que se va moviendo y rompiendo la nieve, y por atrás una fresa que va dando vueltas para fresarla". "Yo soy de los que ahora trabajo calentín", bromea Fernández. Mientras conduce y deja a un grupo de trabajadores junto al remonte del Valle del Sol, mira el termómetro del vehículo. De los dos bajo cero de la base, a los seis bajo cero unos metros más arriba. "La nieve cuanto más dura esté mejor se trabaja, y en cuanto a temperatura, lo más importante es casi que no haya humedad, más allá del frío que haga", valora.

Con todos los trabajadores repartidos en sus puestos, llega el momento de comprobar in situ el estado de los telesillas. Uno de los coordinadores de remontes es Francisco Barrios, cuya labor es distribuir al personal para operar cada telesilla durante la temporada. Sin embargo, fuera de la campaña, o cuando hay que preparar la estación para abrir sus puertas, la cosa cambia. "Ahora, cuando hay 'manguito' hay que sacudirlo porque por el peso podría tirar un remonte abajo", señala Barrios, que agrega que "la gente cuando viene a esquiar se encuentra la estación preparada, pero estar aquí con una sensación térmica de veinte bajo cero día tras día quitando hielo es muy duro".

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