El efecto de la operación "Mortero-Pipe" supuso un duro golpe para el tráfico de heroína ya que dejó la región "desabastecida", tal y como aseguraban entonces desde la Benemérita, señalando que los toxicómanos tenían que desplazarse a otras comunidades para comprar droga o verse obligados a consumir metadona. La operación consistió en realidad en dos operativos iniciados en Pola de Lena y Olloniego (Oviedo) que terminaron fusionándose y en los que intervinieron 57 agentes. El principal de ellos tenía como tapadera un negocio de compraventa de vehículos en Morcín. En uno de sus vehículos, los guardias encontraron diez kilos de hachís, escondidos en un maletero, y casi kilo y medio de heroína, en el banco corrido del salón de la caravana.