Hay soluciones para frenar el ciberacoso, pero no pasan por demonizar las nuevas tecnologías. El problema es que estas redes se encuentran en continua evolución, lo que hace difícil mantener un control sobre todas ellas, con lo que es más importante "educar que prohibir". Esa es la reflexión en la que coincidieron ayer los expertos que se dieron cita durante la primera jornada sobre Juventud, Nuevas Tecnologías y Ciberacoso organizadas por el club de atletismo Estadio Gijón Langreo y JD Branding con el apoyo de la concejalía de Deportes de Langreo. "Todo comenzó por un problema que tuvimos en el club deportivo y por eso planteé hacer las jornadas para que los padres se concienciaran de lo que estaban expuestos", explicaba ayer Jorge Díaz, organizador del acto. En su opinión, "no hay que rechazar las nuevas tecnologías y redes sociales, sino que lo importante es concienciar sobre su uso y utilizarlas de forma segura".

Olga Gutiérrez es experta en social media y docente, además de madre de dos niños. "Mis pequeños llevan enganchados a internet y redes sociales desde muy pequeños, y a la gente le sorprende mucho, pero es miedo por desconocimiento", apunta, y añade que "mis hijos no utilizan ninguna aplicación que no haya utilizado yo antes, y también hay herramientas de control parental". El problema del ciberacoso está "en los padres de los acosadores, que no controlan este comportamiento, porque si no, no iría a más". Gutiérrez también recomendó a los padres "que enseñen a sus hijos a tener criterio propio y que no sean pasivos, para que cuando se den cuenta de que otros están haciendo daño a alguien puedan pedir ayuda".

Una opinión similar guardaba Pelayo Puerta, vicepresidente de Asturvalley, la asociación asturiana de "startups". "No podemos demonizar la tecnología, porque el acoso está aquí desde hace muchos más años, lo que sí se puede hacer es combatirlo", destacó. Puerta señala que las principales diferencias entre el acoso y el ciberacoso es que el segundo "permite un anonimato que antes no había, el típico matón puede hacerlo amparándose en ello, y también te permite que se convierta en algo más viral porque antes lo que hacía igual lo veían tres personas y con las redes se puede ampliar hasta trescientas, que a su vez lo compartan para llegar a más personas. Eso sí es un problema mucho más serio".

Afortunadamente, Puerta asegura que "cada vez estamos conociendo más empresas de tecnología que se centran en aspectos sociales, incluso las grandes compañías, como Facebook o Google, están intentando luchar contra el ciberacoso trabajando con análisis de datos para detectar comentarios y comportamientos, y así bloquearlos antes de que pasen a mayores".

Otra de las personas que también aportó su experiencia y conocimiento a las jornadas fue Ángel Morán, que trabaja en una empresa de tecnología y formación en El Entrego. "Nosotros queremos aportar la experiencia que hemos obtenido a lo largo de los años trabajando en proyectos educativos y de juventud", afirma. Morán asegura que el problema "no está en los niños, sino en los mayores, porque no son conscientes de cómo poder llegar a ciertas cosas, se les escapa en muchos casos lo relacionado con las nuevas tecnologías". Aún así, como también señalaron sus compañeros, "cada vez hay más información y aplicaciones que pueden ayudar en aspectos como detectar comentarios, conductas impropias en el aula o capturar conversaciones".

Las jornadas también indagaron en los aspectos legales gracias a la colaboración de la comisaría de Policía Nacional de Langreo-San Martín del Rey Aurelio, que envió a uno de sus agentes; así como con el abogado Martín López, experto en nuevas tecnologías. Este último señaló que el ciberacoso "es un problema que cada vez se conoce más, con lo que también se hace más sencillo detectarlo y ponerle medidas". Al igual que sus compañeros, el letrado incidió en el desconocimiento que existe por parte de los padres de las nuevas tecnologías: "Nosotros no somos nativos digitales como ellos, y ese sí que es un problema". López se mostró contrario a que los niños utilicen los teléfonos móviles inteligentes "hasta que no tengan una edad adecuada, como los catorce años, porque les estamos dando una herramienta que los padres no vamos a saber controlar".