El cierre de las centrales térmicas de Lada y de Velilla del Río Carrión, en la provincia de Palencia, deja abiertas algunas incógnitas. Entre ellas, qué ocurrirá ahora con el proyecto para el despliegue de la línea de alta tensión que iba a conectar ambas plantas energéticas, la ahora renombrada Sama-Velilla, que atravesará la Cordillera Cantábrica, y que ha generado una enorme polémica entre los grupos vecinales y los colectivos ambientalistas.

Algunas fuentes consultadas aseguraron que los planes de Iberdrola no deberían de afectar al desarrollo de estos trabajos. En la vecina Castilla y León hay bastantes dudas de que el proyecto energético puedan llevarse a buen puerto. Los planes de Red Eléctrica Española (REE) son los de tener listo este tendido de alta tensión más allá de 2020. El Principado, sin embargo, ya ha pedido en diversas ocasiones acortar esos plazos.

El que seguro que no se verá afectado por la clausura es el sector minero regional. La planta de Lada se alimentaba desde hace varios años única y exclusivamente de carbón importado. Una decisión que la compañía tomó después de las millonarias inversiones medioambientales que ha realizado en la instalación. Solo dos térmicas asturianas consumen mineral nacional. Son las de Narcea, propiedad de Gas Natural Fenosa, y la de Soto de Ribera, propiedad de EDP-HC. El resto lo importa. En el caso de la de Aboño (en Gijón), también del grupo portugués, utiliza distintos combustibles pero la proporción de mineral autóctono ha sido meramente simbólica durante los últimos años.

Sin embargo, todo esto, aguas abajo, sí que tendrá consecuencias para el puerto gijonés de El Musel por el que normalmente entra en la región el carbón que se importa y a la actividad de los camioneros que después los distribuyen por las diferentes centrales térmicas.