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El guardián de las tradiciones de Morcín

José Vicente González, miembro de la Cofradía de los Nabos, cultiva la hortaliza en Argame y será galardonado por la entidad por mantener esta costumbre

El guardián de las tradiciones de Morcín

Inició la aventura como un entretenimiento y para mantener las tradiciones de su tierra, Morcín. Y ahora le ha valido un premio. José Vicente González, un banquero prejubilado, natural y residente en Argame, aún conserva viva la tradición de cultivar nabos. No en vano, miembro de la Cofradía de Amigos de los Nabos de La Foz, es el único miembro que se dedica a ello. En poco más de una semana, este morciniego recibirá de manos de la Hermandad de la Probe el galardón de "Nabo de Plata".

González lleva toda su vida ligado a Morcín. Confiesa que "se agradece mucho que se acuerden de un vecino como yo, te da mucha alegría y estoy muy agradecido a la organización". Eso sí, deja claro que no comenzó con la siembra "ni para hacerme rico, ni para recibir premios". Lo hizo para "mantener vivas unas tradiciones, como la de los nabos". Sin gente como él, serían prácticamente historia. Y es que las nuevas generaciones no llegan con la pujanza de atender el campo.

José Vicente González explica que fue empleado de la Caja de Ahorros de Asturias -después Cajastur y hoy Liberbank-, durante 33 años. "Ahora estoy prejubilado y desde 2012 no trabajo", comenta. Fue ahí cuando incrementó esa afición por la huerta. "Antes tenía alguna hortaliza plantada, pero desde que me prejubilé, además de ayudar a mi esposa, tenía que buscar alguna actividad", señala. Y profundizó en el cultivo de nabos.

Ahora, Vicente González tiene tres huertas. Todas ellas en Argame. "En Argame nací, en Argame vivo y en Argame tengo los nabos", señala sonriente. "La idea siempre fue preservar la tradición de los nabos autóctonos", afirma orgulloso. Aunque reconoce que hace un tiempo que en sus tierras crecen otras raíces llegadas de Portugal. "Nuestra cofradía está hermanada con una portuguesa, y me han traído grana que he plantado", asegura. Pero no solo de nabos vive el hombre. En sus huertas, que se podrían calificar de gourmet, también siembra guisantes lágrima, originarios del País Vasco y que tienen un alto valor, fabes exclusivamente de Pravia o la última incorporación, arbejos de Bueño. "Planto lo que me apetece, es una actividad altruista y sin ningún interés más allá del cultural", indica.

Tanto es así que la producción que no se queda la regala. "En el arcón de mi casa hay nabos todo el año", indica Vicente González. Que además confiesa que su plato favorito no es el tradicional pote de nabos: "Es lo que más se come, pero en casa hacemos mucha crema". Un plato que no es tan habitual, pero que en el hogar de Vicente en Argame se disfruta. "Haces una cremina, echas unas virutas de jamón y un poco de aceite de oliva y está delicioso", asegura.

Vicente González también descifra el secreto para plantar unos buenos nabos: "Nuestros mayores dicen que los nabos tienen que ver unos días de agosto, así que hay que sembrar a partir del quince de ese mes, regarlos un poco y que luego venga sol y agua. Y la recolección desde principios de diciembre hasta que aguanten".

Lo que tiene claro este vecino de Argame es que "los nabos son un producto que quitó mucha hambre en su momento, y como ahora todo es bienestar, nadie se acuerda de ellos". Por eso, lanza un mensaje a las administraciones para que fomenten el mantenimiento de estas tradiciones y ayuden con subvenciones al cultivo de este tipo de productos. A la larga, bien pueden valer un premio.

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