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Fernández Porrón: el maestro más necesario del campus

El fallecimiento del exalcalde de Mieres, sumado al del rector Julio Rodríguez en 2005, deja huérfana la expansión universitaria de la localidad

Fernández Porrón: el maestro más necesario del campus

El fallecimiento de Misael Fernández Porrón ha dejado en cierta forma huérfano al campus de Barredo. Sería injusto otorgar la paternidad de la ambiciosa ampliación universitaria local a dos personas en concreto, pero el papel jugado por los entonces alcalde de Mieres y rector de la Universidad de Oviedo resultó clave. El segundo, Julio Rodríguez, se fue en 2005 tras padecer una grave enfermedad. Fernández Porrón lo hizo el pasado jueves tras sufrir, igualmente, una cruel dolencia (ELA). Juntos, no obstante, insuflaron vida a una nueva certidumbre para Mieres.

Ambos modelaron a finales de los noventa el boceto de un proyecto que acabó encauzando una inversión superior a los 130 millones de euros. Una iniciativa llamada a alumbrar un futuro oscuro, pero cuya luz con el tiempo está resultando más tenue de los planeado hace poco más de dos décadas por Rodríguez y Fernández Porrón. Aún así, el logro alcanzado debe destacarse por su incuestionable importancia para Mieres y por lo difícil que siempre resulta aunar voluntades cuando política y dinero se ciñen por la cintura.

El campus universitario de Mieres fue inaugurado hace ya tres lustros, concretamente en junio de 2002. Ahora bien, su gestación comenzó unos cinco años antes casi de manera despreocupada. Cuesta pensar que un proyecto de este calibre germinase en una maceta con tan poca tierra. La versión de los hechos que surge de la narración no escrita que brota de la propia Casa del Pueblo reconoce que fue el propio Julio Rodríguez quien una mañana llamó al Ayuntamiento preguntando por el Alcalde. En aquel momento ni se conocían personalmente. El profesor universitario le dijo al maestro de escuela que tenían que verse para estudiar un proyecto de gran calado que tenía entre manos. Poco después, ambos se encontraron, acompañados por Balbino Dosantos, por entonces responsables comarcal de UGT y, a la postre, "padrino" del alumbramiento.

Julio Rodríguez presentó a Fernández Porrón y a Balbino Dosantos su idea para abordar la expansión universitaria en Mieres. En el transcurso de las siguientes semanas hubo más reuniones entre los tres y se acordó que la ubicación adecuada sería Barredo. En aquellos encuentros, según se supo luego en la Casa del Pueblo y cuentan quienes convivieron de cerca con Porrón y Dosantos, el rector fue claro al advertir a los políticos locales que sería difícil traer a Mieres la Escuela de Minas, un vaticinio que el tiempo confirmaría. Rodríguez, no obstante, convenció al regidor de que se trataba de una contrariedad sin importancia, ya que Minas, según dijo, "es un especialidad que está a la baja en el campo de la ingeniería".

Misael Fernández Porrón siempre fue un político riguroso y precavido. Sus colaboradores destacan que nunca le gustaron los artificios y los juegos florales de la política. Con el campus de Mieres no tuvo indecisión ni recelos. El Alcalde se puso al frente del proyecto. El problema al que se enfrentaba el Ayuntamiento, no obstante, no era menor. La idea era buena, pero para abordarla hacía falta dinero. Los fondos mineros que acaba de crear el Gobierno del PP fueron la solución. Así, profesor y maestro, asesorados por el ya citado pedagogo de la fontanería política vinculada a la escuela del SOMA al que recurrieron, idearon una estrategia para lograr financiación. Lo primero fue convencer a José Ángel Fernández Villa, por entonces todopoderoso líder del SOMA. Fue, cuentan, como hacerle un truco de cartas a Juan Tamariz. El recto maestro de escuela tuvo que aceptar ser flexible con su férrea disciplina en lo referente a la moralidad. "A Villa, para convencerlo rápido, se le dijo que CC OO andaba manejando el proyecto y que se nos podían adelantar", aseguran antiguos colaboradores de Fernández Porrón. El SOMA dio el visto bueno. De la segunda parte del plan, siempre según la versión socialista de los hechos, se encargó el propio Julio Rodríguez, que por su parte convención a Francisco Álvarez Cascos, por entonces vicepresidente del Gobierno . "Villa y Cascos siempre se entendieron bien, por lo que el tren pronto se encarriló".

El campus de Mieres se inauguró el 10 de junio de 2002. "Posiblemente fue el día más feliz de Misael como Alcalde", reconoce un concejal que compartió aquella etapa con él. Fernández Porrón estuvo al lado del por entonces Príncipe de Asturias, ahora Felipe VI, cuando éste anunció "una etapa nueva y mejor" para Mieres. Las obras del campus de Barredo fueron financiadas íntegramente con fondos mineros. La inversión llegó hasta los 132 millones de euros, unos 22.000 millones de las antiguas pesetas si nos atenemos a la moneda que estaba en curso cuando fue concebido el proyecto. Fue un logro político de los que dan sentido a un mandato como alcalde. "El problema es que a Misael no se le reconoció lo suficiente el desarrollo de este proyecto", afirman socialistas mierenses muy allegados al regidor fallecido.

Puede ser que a Fernández Porrón se le escatimara algún elogio, pero su fallecimiento ha hecho que fluya un evidente sentimiento de respeto y cariño no sólo dentro del PSOE, sino entre sus adversarios políticos y también en la sociedad civil. Fue maestro, en el colegio Santiago Apóstol, de cientos de mierenses. El presidente del Principado, Javier Fernández, fue uno de los muchos dirigentes del PSOE asturiano que han pasado por Mieres para arropar a la familia de Fernández Porrón. A estas manifestaciones de reconocimiento se sumó ayer el actual secretario general de la FSA, Adrián Barbón: "La familia socialista asturiana está de luto. Se nos fue una de esas personas que son únicas. Con personas como Misael es mucho más sencillo todo, porque son de las que reman, de las que ayudan, de las que son ejemplo", señaló el dirigente.

Misael Fernández Porrón logró pasar por la política sin hacer enemigos. Cuando le tocó apartarse, no tuvo malos gestos ni desplantes con el partido. Disciplinado, serio y conciliador, más que alcalde, será para siempre el maestro que resultó más necesario para el campus de Mieres.

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