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La capilla del colegio, que fue reconvertida en el salón de actos.

San Antonio, mucho más que un colegio

El centro de La Salle en Ciaño, que cerrará sus puertas, desempeñó una importante labor social que traspasaba la mera educación de los niños

Fueron los directivos de la empresa Hulleras del Norte, conocedores de la labor que los hermanos de La Salle hacían en Francia, quienes se dirigieron a la institución para que se establecieran en Asturias y educasen a los hijos de los trabajadores. Entre estos centros, en el año 1941, nació el colegio San Antonio de Ciaño, un colegio que echará el cierre al final del actual curso académico dejando a sus espaldas 77 años de historia.

Hacía más de una década que no se cerraba un colegio de La Salle. El anterior fue el de Turón, en Mieres, que cerró sus puertas en 2006, pero la institución llegó a contar con catorce centros en el Principado. De ellos, el próximo curso sólo seguirán el de La Felguera, el de Ujo (Mieres) y el de Cimadevilla en Gijón. "El cierre de Turón fue muy doloroso, sobre todo porque era un colegio emblemático por los Mártires de Turón, pero este cierre es mucho más doloroso por la vivencia personal que tengo en Ciaño", aseguraba ayer el director, Adolfo José Hernández, que lleva 24 años vinculado al colegio langreano.

Un centro que, como destacó, "ha supuesto una ayuda para el crecimiento de las personas que han estado aquí, muchas generaciones, quienes han tenido una educación en valores y, en el caso de muchas familias, una labor asistencial". Y es que, como apuntó Hernández, "los antiguos alumnos recuerdan con cariño cómo llegaban al centro y que después de formar filas y asistir a la eucaristía, se encontraban con un vaso de leche y unas galletas en su mesa".

La puesta en marcha del colegio en Ciaño se dio en una época dura para los valles mineros, que como el resto del país, acaban de salir de una cruenta guerra. Pero la labor asistencial nunca fue olvidada, sino que evolucionó con el paso de los tiempos, ayudando en los últimos años a que las familias más necesitadas pudiesen acceder a becas y ayudas, entre otras iniciativas.

"Durante este tiempo hemos ofrecido una labor educativa muy profesional, en la que los alumnos han tenido la posibilidad de tener los mejores medios y un profesorado muy competente", remarcó el director, señalando que todo se hizo con el objetivo de "dar respuesta a la necesidad que tienen todos los alumnos, salir formados para trabajar en la sociedad donde estamos, encarrilarse y ser un elemento activo de la sociedad". Asimismo, se han llevado a cabo un importante número de proyectos educativos con el profesorado, como el "Programa de Enriquecimiento Instrumental", la "Lectura eficaz", la plataforma online, el aprendizaje cooperativo, el proyecto "HARA", la digitalización del centro o la clase al revés, siendo éstas las iniciativas más destacadas.

Pero el centro ha traspasado las barreras de la educación dando un servicio social. Así, durante muchos años se dieron clases de español para extranjeros en horas no lectivas por los propios docentes que lo hacían de forma voluntaria. También se ha ayudado a familias sin recursos a arreglar diversos trámites con la administración, a pesar de no tener relación educativa; y se han ofrecido desayunos solidarios. Aspectos con los que se quería mostrar "que el centro siempre ha estado abierto a la sociedad, es más, nuestro salón de actos, nuestro patio, siempre han estado disponibles para actos públicos, de asociaciones, de partidos políticos y de los vecinos". Además, Hernández subrayaba ayer que "era muy común que vinieran antiguos alumnos un sábado a pedirnos las redes de tenis porque esto era como su casa". Aunque el centro cierre sus puertas, su legado seguirá vivo.

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