El departamento de Traumatología del hospital de Mieres acaba de incorporar una novedosa técnica a su cartera de servicios. Se trata de una práctica pionera en Asturias y que consiste en la implantación de un tejido humano para la reconstrucción de la cápsula superior del hombro y del tendón supraespinoso, lo que evita que el paciente tenga que someterse a una implantación de una prótesis.

Los doctores Ricardo Hueso y Sergio Ramos han sido los encargados de tutelar las dos operaciones que ya se han realizado en el Álvarez-Buylla. "Es una técnica que se inventó en Japón y que en Estados Unidos ya acumula más de 10.000 intervenciones con muy buenos resultados", explica Ricardo Hueso. El doctor explica que el tratamiento está enfocado a pacientes muy determinados, por debajo de los 70 años, y que tengan una rotura en el hombro que la biología "no permita curar", y el riesgo para el paciente sea el de padecer una artrosis, "para lo que no habría más solución que la prótesis".

El método, que han aprendido del doctor madrileño Álvaro Minuesa -que realizó dos operaciones de este tipo en Avilés-, y de su colega Manuel Pérez-España -que asistió a los cirujanos en sus operaciones en Mieres-, consiste en la implantación al paciente de un tejido para reparar la cápsula del hombro. El tejido puede ser autólogo, es decir, del propio paciente, aunque para minimizar los daños, Hueso y Ramos se han decantado por la implantación de un material de banco de tejidos de origen humano.

A través de una artroscopia, los médicos colocan sobre el hueso el tejido, anclándolo al tendón, mediante una sutura. "Lo que se busca es generar un control de la biomecánica para evitar deterioro artrósico", explicó Ricardo Hueso. La operación ronda las tres horas y media en quirófano, aunque la práctica puede llevar a solventarla en dos horas.

Aunque el resultado es infinitamente mejor para el paciente, el postoperatorio es algo más "tedioso" que en cirugías directas, indican los médicos. "Requiere una integración de ese tejido con un reposo absoluto de seis semanas y luego la rehabilitación, con trabajo de fuerza a partir de los tres meses", apunta Ramos.

Al año, en Mieres, se esperan una docena de operaciones de este tipo, pero no descartan aumentar el número si se descubre que la técnica se puede ampliar a más pacientes.