La vida era miedo. A Rosalía Zapico la tirotearon agentes de la Guardia Civil, en el año 1951, en El Cadavíu (cerca de Ciaño, en Langreo) cuando llevaba comida para su hermano y otros guerrilleros que estaban en el monte. Durante horas, esa mujer se desangró en el suelo sin que ningún vecino -todos atemorizados- pudiera acercarse a socorrerla. Familiares y vecinos participaron ayer en un multitudinario homenaje como recordatorio de una "barbarie" que ocurrió no hace tanto tiempo. Fue de las últimas asesinadas durante una represión "brutal" que, según la Federación Asturiana Memoria y República (Famyr), dejó miles de víctimas en la comarca del Nalón. El de ayer fue un acto para dar voz a Rosalía y a todos los que la perdieron "por luchar por la libertad". En las intervenciones, una voz unánime: "Que no se imponga el mantra del franquismo de que no se pueden abrir heridas. Las heridas aún están abiertas".

Los asistentes empezaron a congregarse al mediodía en el lugar del asesinato de Rosalía Zapico. Un claro verde, justo en el centro de la pequeña localidad. El entorno se llenó en minutos. Rebeca Cuetos, bisnieta de Rosalía, repasó la vida de la mujer. Una existencia marcada por la persecución, de niña tuvo que huir a Orly (Francia) con su familia. Regresó y se casó con Benjamín González Lada. Y tuvieron un niño, José Luis González Zapico "Pepín". Ayer asistió, en primera fila, emocionado por su madre.

Él fue uno de los organizadores del acto. También formaron parte de la comisión Vicente Gutiérrez Solís, presidente de la Federación de Vecinos de Langreo y Rafael Velasco, Vicepresidente de Famyr. Javier Fernández diseñó y ejecutó el monolito que se descubrió ayer y que recordará por siempre a Rosalía.

El presidente de Famyr, Juan Cigarría, afirmó que "Rosalía sufrió una doble represalia, por ser una luchadora por la libertad y por ser mujer". Su hermano, Ramón Zapico "Ramonzón", fue el último guerrillero asesinado. Lo mataron poco después en La Camocha (Gijón). "Todos los que lucharon por la libertad y la justicia merecen un reconocimiento", afirmó. El alcalde de Langreo, Jesús Sánchez, intervino en los mismos términos y agradeció la labor de vecinos y familiares para que los recuerdos nunca mueran. Completó los discursos el historiador Ramón G. Piñeiro.

"Fue el estado del terror, hicieron que todos vivieran bajo el yugo del miedo", afirmó Cigarría. Torturas que no terminaban con la muerte. Los vecinos recuerdan que la Guardia Civil volvió a casa de Rosalía, varias veces, para preguntar por ella. Después de haber sido asesinada y que todos los vecinos escucharan su agonía sin poder ayudar.