Mucho dolor y una natural aversión. Familia y amigos de José Ramón (Pepe) Fernández despidieron ayer con resignación a este jubilado lenense, fallecido a primera hora de la mañana del domingo cuando un joven del concejo que conducía en sentido contrario por la autovía Oviedo-Campomanes (A-66) empotró brutalmente su coche contra el suyo. Ambos conductores murieron en el acto. La iglesia de la Pola acogió, a las cinco de la tarde de ayer, un funeral multitudinario. "Cuando madrugó esa mañana para disfrutar de un día de pesca no se imaginaba que se iba a encontrar con uno de los actuales caballos del Apocalipsis". El párroco Pedro Riera intentó ayer dar aliento a la familia, que por su parte dio ejemplo de entereza y humanidad.
"También lo siento por la familia del chico, que estarán pasando lo suyo. Pero la verdad es que ahora mismo prefiero no saber nada de ellos", explicaba ayer la viuda Mari Cruz Fernández, poco antes del funeral: "Ha sido una muerte muy injusta. Tenía muy buena salud y siempre era muy prudente en la carretera", añadía compungida. Cuando la familia de Pepe Fernández, que deja tres hijos, llegó a la iglesia, una avalancha de amigos y allegados envolvieron el coche. Fue como un gran abrazo colectivo buscando mitigar un sufrimiento teñido de perplejidad. "No se puede tener más mala suerte. El chico cometió un cúmulo de despropósitos, pero ya nada se puede hacer más que compadecerse de su familia, que buena carga debe arrastrar", apuntaba antes de la misa un amigo de la víctima.
El párroco de Lena dedicó cariñosas palabras al recuerdo de "Pepe el Zancas", como era popularmente el fallecido. Destacó su afición a la caza y a la pesca y lamentó que no haya tenido suficiente tiempo para disfrutar de su reciente jubilación. Durante años regentó un taller de chapa situado en el centro de la Pola: "Es cierto que era muy cuidadoso con el coche, muy prudente y preocupado de su mantenimiento", remarcaba ayer un allegado. Su mesura al volante de poco le sirvió el pasado domingo.
Un joven conductor que, todo indica, regresaba sobre las siete y cuarto de la madrugada de disfrutar de una larga noche de fiesta en Moreda se llevó por delante el coche Pepe Fernández. Ambos murieron en el acto, quedando los vehículos literalmente destrozados tras un choque frontal de tal brutalidad que el motor del Kia Ceed que conducía el joven salió violentamente despedido por los aires . R. S., de 23 años de edad, circulaba en el momento del siniestro en dirección contraria por la autovía Oviedo-Campomanes (A-66). Minutos antes se había saltado un control de la Guardia Civil en Caborana, cerca de Moreda. Se dio a la fuga a toda velocidad. Al llegar al nudo de comunicaciones de Ujo, R. S. se confundió y tomó el primer carril que encontró, incorporándose a la autovía en dirección contraria. Es decir, durante casi tres kilómetros circuló en dirección a Lena por la calzada que canaliza el tráfico en sentido a Oviedo.
Antes de llevarse por delante a Pepe Fernández, pudo haber causado otros accidentes. Amigos del jubilado fallecido explicaron ayer que otro vecino del concejo se cruzó con el kamikaze: "Primero adelantó a Pepe, reconociendo su coche, y luego se cruzó con el chaval. Iba a esquiar a San Isidro y le acompañaba su hijo, que debe tener como ocho años, nueve como mucho", contaron ayer un grupo de lenenses. "Al parecer, Pepe circulaba muy lento cuando fue adelantado", añadieron casi sin dar crédito a lo sucedido.
La velocidad a la que circulaba el kamikaze se desconoce a la espera de las periciales del atestado: "Visto el desenlace poco importa la velocidad", lamentaba ayer una mierense amiga de la familia. La autopsia determinará si el joven que causó el accidente había consumido alcohol o algún tipo de sustancia estupefaciente.
