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El viaje de Dimitri

Un hombre ruso descubre la identidad de su padre, Sol Álvarez Cuende, un mierense que fue "niño de la guerra" y embarcó desde el Musel

Cuende, en Rusia. REPRODUCCIÓN DE LNE

El viaje de Dimitri fue de 4.079 kilómetros, ida y vuelta, cinco veces. Fue de más de dos mil ficheros entre los que buscó. Fue el viaje en el que llamó a veinte puertas y en el que amontonó cuatro viejas fotos como si valieran millones. El destino, un nombre: el de su padre, un "niño de la guerra" que embarcó en El Musel.

De ese dato suelto Dimitri Tárjov, de Moscú, rehizo su historia. Es casi seguro que su padre fue Sol Álvarez Cuende, conocido como "Pepín". De padres alleranos, de Moreda, él vivía en Mieres. En Rusia, doble salto mortal con triple giro en la búsqueda, le llamaban Aleksander. En unas semanas, unas pruebas genéticas confirmarán que ha encontrado a su familia.

Resumir esta historia no es tarea fácil. En pasos, los hemos contado, el relato dura 9.343 por el barrio de Fomento (Gijón). Ahí se ha hospedado estos días Dimitri. Es el quinto viaje que hace a Asturias para encontrar sus raíces: "Quiero saber de dónde vengo. Creo que todos haríamos lo mismo que estoy haciendo yo, mis hijos también me buscarían si no supieran quién soy. Estoy seguro".

Lo dice mirando al mar de Poniente, cerca del lugar en el que su padre embarcó en el año 1937. Lo hizo junto a otros 1.930 niños, según los datos oficiales de la época, a bordo del barco carguero "Deriguerina". Lo siguiente que es seguro, es que Dimitri vio a su padre por última vez cuando aún era muy pequeño: "Se separaron por temas familiares, nunca llegué a saber del todo los motivos". Quizás porque su madre falleció poco después, cuando Dimitri solo tenía doce años, y nunca llegaron a tener "una conversación de personas mayores".

Sabía tan poco de él, que se enteró de que su padre era español cuando cumplió los 29 años: "Una amiga de la juventud de mi madre me lo dijo. Hasta entonces no tenía ni idea". Emprendió entonces su viaje al pasado: "El problema es que, en 1987, las oportunidades de dar con mi padre eran muy limitadas. No teníamos internet apenas ni nada".

Lo primero que descubrió fue la escuela a la que había acudido su padre de niño. También supo que había desaparecido en el transcurso de la evacuación de una de las casas a las que fueron trasladados los niños españoles, probablemente en algún otoño entre los años 1941 y 1943.

Volvió a encontrar su nombre en la universidad en la que se graduó como Ingeniero Geólogo. Y dio con unos compañeros que habían trabajado con él cerca de Alaska. De todos recopiló datos, un puzle que armó hasta tres veces. "Era un hombre de pelo rojizo, bajo, de orejas bastante grandes". "Decía que había nacido en Mieres". "Le llamaban Pepín, aunque no era su nombre". Y dio con la pieza que faltaba: el historiador Ernesto Burgos, colaborador de LA NUEVA ESPAÑA. Con él terminó de rescribir toda la historia.

El teléfono sonó hace unos meses en su casa de Moscú. Al otro lado un hombre de Moreda, hermano por parte de madre de Sol Álvarez Cuende, quería conocerle. Se reunieron, decidieron hacerse una prueba de ADN. La verdad, antes tan lejos, ahora a un pinchazo de distancia.

- ¿Qué hará si la prueba dice que no es el hijo de Sol?

-Volveré a empezar todo.

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