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"Era el primero en salir a manifestarse"

Los vecinos despidieron ayer a José Manuel García, el cura de Barros, una persona solidaria "que siempre estaba cuando lo necesitabas"

Un momento del velatorio que se organizó ayer en la parroquia de Barros. VIVAS

La iglesia se quedó ayer pequeña para despedir a José Manuel García, el cura de Barros, quien falleció el pasado domingo a los 91 años. Más de medio siglo estuvo ligado a este templo, un tiempo en el que su labor fue mucho más lejos que la de predicar la fe. Era una persona a la que acudir cuando había un problema, por imposible que fuera, y a la que no le importaba mancharse las manos para ayudar. Y así lo recordaban ayer los vecinos, visiblemente apenados, que sólo podían decir cosas buenas del religioso.

"Era el primero en salir a manifestarse, pero desde que llegó a Barros a vivir", aseguraba ayer Tere García, quien dio cuenta de una de las primeras protestas de Barros, en los años 70, cuando los vecinos tenían que soportar el paso del tráfico pesado por la calle principal. "Temblaban todas las casas y él fue el primero en salir a protestar para que desviasen el tráfico", señalaba. No fue la única protesta, después vendrían muchas más, como su apoyo a los despedidos de Duro Felguera. "Tenía muchas presiones para que dejase de alentarnos a la lucha, pero él decía 'lo voy a seguir haciendo mientras viva, soy hijo de minero', eso sí, el Arzobispo nunca le cortó la alas", señaló García.

"Era bueno para los que venían a misa y para los que no", decía María Jesús Fernández. "En misa nunca se pasaba el cepillo, los vecinos donábamos dinero a la iglesia sin necesidad de que nos lo pidiera y después ponía todos los donativos en la hoja parroquial", aseguró. Por eso, cuando se cayó el techo de escayola en el templo, no tardó nada en conseguir fondos para su reparación. "Decía, 'los primeros que vinieron a darme dinero para el techo fueron los comunistas'", destacó Fernández.

"Era un cura de los niños, del pueblo, cuando lo necesitabas ahí estaba", apuntó Petri Castillero, quien aludió a un caso destacado de una familia "que se quedó sin padre ni madre, él se hizo cargo de los hijos y los metió en un colegio en Oviedo". También se portaba muy bien con los niños que hacían de monaguillos: "Les daba unas pesetas de las de entonces por ayudarle o les compraba las entradas para que fuesen al cine".

El curra de Barros también hizo buenas migas con una de sus vecinas más conocidas y queridas, Emma Susacasa, ya que ambos compartían ese espíritu solidario. Ayer, Susacasa aseguraba que "siempre fue un vecino extraordinario, a nivel personal siempre tuvimos mucho apoyo y cualquier problema que tuviéramos se lo íbamos a contar porque era muy accesible". Con mucha tristeza, esta vecina aseguraba que "iba a vernos incluso al hospital cuando se enteraba que nos habían ingresado; y cuando se hizo la carretera hasta La Talamera, se puso el mono y trabajó como los demás". En sus últimos años, ya en la Casa Sacerdotal, "nunca se quejó de nada, solo quería que le contásemos cosas de Barros, lo vamos a echar mucho de menos", subrayó Susacasa.

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