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"No mantendremos al oso", avisan los ganaderos ante el posible "tirón" turístico

El sector primario reclama a los hosteleros que se unan a su reivindicación por el pago de daños

Un esbardo, en el alto de un árbol en La Vara, en Morcín.

"No vamos a mantener al oso". Y con esta afirmación rotunda, la Asociación de Ganaderos Afectados por el Llobu (Agall) en la comarca del Caudal hacen una reclamación muy concreta al sector de la hostelería en los territorios oseros: "Ellos lo venden como algo romántico, lo vemos bien. Pero tienen que unirse a nosotros en la reclamación al Principado sobre el pago justo por los daños que ocasionan tanto a los ganaderos como a los agricultores", señalan. La expansión del oso pardo por la comarca del Caudal lleva días generando todo tipo de reacciones. Y todo, tras un hecho de lo más insólito: un osezno apareció solo, subido a un árbol, en el pueblo de La Vara (Morcín). En la falda del Aramo, a un paso de Oviedo.

Los vecinos de los territorios oseros, especialmente en el parque natural de las Ubiñas-La Mesa, han exigido ya la puesta en marcha de campañas de sensibilización para que los turistas sepan reaccionar ante un posible encuentro con un plantígrado: "Hay una imagen distorsionada del oso pardo. No es un peluche, es un animal salvaje", señalan. Extremo con el que no pueden estar más de acuerdo los ganaderos: "Estamos hablando de un animal que ocasiona destrozos en las plantaciones arbóreas y que, ante la escasez de comida, también ataca a ganaderías domésticas", destacaron.

Fue lo que ocurrió, hace ya más de medio año, en el concejo de Lena. Una ganadera denunció la muerte de dos terneros, que fue confirmada por la Guardería del Principado como un ataque de oso. ¿El problema? "Esa ganadera, como otros, aún no ha recibido ni un solo euro de la Administración regional. Eso es lo que no podemos permitir. Mantener osos, mantener lobos, y seguir en precario por más tiempo".

Y en este punto, entra en discordia otro sector implicado: el de la hostelería. Los hosteleros de los territorios por los que se está expandiendo el oso pardo plantean ya la posibilidad de ofertar rutas a los visitantes para poder avistar a la especie. "Suena muy romántico todo, pero si no se toman medidas podemos terminar muy mal", destacan desde Agall. No son solo las ganaderías, que pueden sufrir ataques, sino también la agricultura: "Los osos destrozan plantaciones que los agricultores llevan años cuidando. Por cada árbol que destrozan, reciben cincuenta míseros euros. Y eso no es justo". Es "de justicia", por tanto, que los hosteleros "se unan a nuestras reivindicaciones". "No tienen por qué renunciar a sus planes, solo unirse a nosotros para que su actividad no influya negativamente en la nuestra", añadieron.

Y la reivindicación principal es la del pago "justo" de los daños. No solo los directos, sino también los indirectos: por ejemplo la compra de leche para una cría que se queda sin madre por el ataque de un plantígrado o de otro animal salvaje. También han propuesto otra medida extendida en países de tradición osera, como Rumanía: espantar a los plantígrados con petardos en las poblaciones. Una medida que conservacionistas, como la Fundación Oso Pardo, ven con buenos ojos porque no daña a la especie.

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